Capítulo 53: La Francia medieval

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Narra Yukio: Increíble. Esa chica detiene al jugador sin apenas inmutarse. Le da una patada con fuerza, chutando hacia la portería, y luego marca gol.

Y como en los partidos anteriores, esos chicos se acaban marchando.

Me acerco a Ilek despacio.

—Eso era un espíritu guerrero, ¿verdad? —le digo.

—El Señor Taki me enseñó a usarlo —responde con una sonrisa—. ¿Puedo unirme ya al Raimon?

Sonrío y asiento, emocionado.

—Por supuesto. Bienvenida a bordo, Ilek Sayed.

Ella también sonríe emocionada.

Al día siguiente, llegamos los primeros al instituto y le enseñamos las instalaciones a Ilek. Ella se queda asombrada.

—Este sitio es enorme —dice—. ¿Entrenáis aquí siempre?

Los chicos llegan. Barry muy pegado a Goldie. Parpadeo un poco al verla darle la mano.

Miro a Fei, que solo se encoge de hombros y señala a Ilek.

—¿Quién es esa chica? ¿Alguna otra interferencia temporal? —pregunta.

—Se llama Ilek —los presento—. Acaba de llegar de Egipto y dice que quiere unirse al equipo.

—¿Ah, si? —Arion se acerca a ella—. ¿De qué juegas?

Ella se esconde un poco detrás de mí.

—Es el capitán del equipo, Arion —le explico.

—Pensaba que eras tú —contesta ella.

Niego con la cabeza.

—Oh, vaya —deja de estar escondida y saluda al equipo—. Juego de defensa, capitán.

Antes de que nadie diga nada más, las puertas del edificio se abren y Axel llega con una bolsa.

—Ah, por fin llegas —habla David—. ¿Conseguiste lo que te pedí, Axel?

—¿La piedra habla? —pregunta Ilek—. ¿No me lo he imaginado?

—No es lo más extraño que ha pasado estos días —ríe Adé.

Axel asiente y nos enseña lo que hay dentro de la bolsa: un casco de guerrero.

Me acerco el primero a verlo, más para estar cerca de Axel que por el casco.

—No sabía que te lo había pedido a ti —le digo.

Él sonríe ligeramente.

—No preguntaste —se encoge de hombros.

Debería haber imaginado una respuesta así por su parte.

—Bien, os diré quién va —interviene David—. Por supuesto, las gerentes ya están incluidas. Arion, Lucian, Fei, Riccardo, Ryoma, Víctor, Barry, Yukio, Aitor, Goldie y JP.

—Espera, por favor —protestan Ilek y Gabi al mismo tiempo.

—Yo también quiero ir —sigue Gabi.

—Yo tampoco quiero quedarme aquí sola —Ilek infla los mofletes.

—Lo siento, la formación está decidida.

—David, la fuerza de Ilek nos vendría muy bien —la defiendo—. Cambiaré el puesto por ella si es necesario.

—Yo tampoco iré —sigue Aitor sentado en un banco con la mano en la barriga—. Desde esta mañana me duele la barriga, Gabi podría sustituirme.

La revolución del fútbolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora