Capitulo 15: La cala pirata

66 5 0
                                    

Narra Yukio: Al día siguiente me despierto temprano. Vienen unos médicos a hacerme unas pruebas, y mamá me acompaña. Luego ellos se marchan y llega Sol, que llama a la puerta antes de entrar.

—Hola, Sol, pasa —le dice mamá encendiendo la televisión—. ¿Quieres ver el partido del Raimon?

—¿Es hoy? —me sorprendo.

—Sí —ríe.

—Me lo voy a perder —me lamento—. Que mal.

—Bueno, podrás jugar en otro momento —Sol entra, cierra la puerta y se sienta también cerca—. Quiero ver cómo juega tu equipo.

Ponemos el partido y lo vemos en silencio. Mamá dice que tiene que irse un momento, por lo que nos quedamos solos.

Narra Cammy: Me alegra ver que Yukio está mucho mejor de ánimo. Sol le proporciona un gran apoyo moral, se le nota, y el que compartan la pasión desenfrenada por el fútbol ayuda bastante.

Los dejo solos viendo el partido y vuelvo a mi puesto. Por el camino me encuentro a Syon, que sonríe con los papeles.

—Tengo una buena noticia para tu hijo. Todas las pruebas son positivas. Puede irse a casa, si reposa, claro.

Sonrío un poco.

—Está bien. Gracias por todo, Syon. Le diré que puede irse cuando acabe el partido del Raimon. Lo está viendo con Sol.

 Narra Yukio: El partido va bastante mal. Ha terminado el primer tiempo y vamos perdiendo.

—Qué rabia no poder estar allí —murmuro.

—No creo que en tu estado pudieras hacer mucho —escuchamos.

Al principio pienso que es Sol y le miro mal, pero él niega con la cabeza y señala a la puerta.

—Creo que fue él.

Entonces veo a Jimmy saludar con la mano.

—¿Se puede entrar?

—¿Qué haces aquí? —le indico con la mano que entre.

—No podía quedarme en casa —entra y cierra—. Pensé que querrías compañía así que —se encoge de hombros.

—Bienvenido. Sol, él es Jimmy, también del equipo. Jimmy, él es Sol, un chico que está ingresado.

Empieza el segundo tiempo y sacan los chicos. Vamos. Podéis ganar, lo sé. Confío en vosotros.

—¿Quiénes son esos dos chicos que están en el banquillo del Raimon? —pregunta Sol.

—Shun y Hugues —explico—. Dos compañeros que antes estaban en el equipo.

—Cuando yo entré, ellos no estaban —sigue Jimmy.

—Arion y JP nos enseñaron su fútbol, les entró el pánico y se marcharon. Parece que la chispa se ha reactivado.

Permanecemos en silencio. El balón le llega a Eugene, hago el amago de levantarme, lo que hace que Jimmy y Sol me vuelvan a tumbar.

Eugene usa su supertécnica y por primera vez lo veo confiado...

Sonrío y al final acaban remontando el partido.

—¡Bien! —grito y de la emoción me levanto de la cama.

Los dos chicos arquean una ceja y me vuelvo a sentar. Sol se ríe con fuerza y me acaba contagiando.

Pasamos un buen rato hablando, hasta que Jimmy dice que se tiene que marchar y que nos veremos por el instituto. Llega mamá y Sol también vuelve a su habitación, con pucheros.

—¿Qué tal el partido? Ya vi que ganó el Raimon —pregunta ella.

—Son los mejores. Y Sol y Jimmy vinieron a hacerme compañía.

—Veo que estás más feliz.

—Sí... sigue sin gustarme el hospital, pero no es para tanto —cierro los ojos, respiro hondo y los abro sonriendo más—. Sigo queriendo irme a casa.

Ella se ríe un poco.

—Syon me dijo que ya puedes irte. Pero con una condición —levanta el dedo índice—. Nada de entrenar en dos días.

—¿Qué? No me hagáis esto —pongo pucheros.

—La salud es lo primero, hijo. Tienes que recuperar fuerzas para poder ayudar a los chicos a ganar el Camino Imperial.

Lo medito un rato.

—Tienes razón —decido—. No entrenaré en dos días. Total, solo son dos días. Puedo aguantar.

Ella vuelve a reír.

Me dejan salir, pero no me voy. Quiero quedarme a ver cómo trabaja mamá.

Narra JP: Después del partido, todo el mundo se va a su casa. Hemos ganado. Estamos en el torneo nacional. Estoy muy feliz.

Me gustaría que Yukio estuviera con nosotros, así que decido ir a verle al hospital.

Cuando llego, veo en la entrada a Jimmy con dos chicos. Uno de ellos es Princeton, el portero de la Royal Academy, pero al otro no lo conozco. Me acerco en silencio a escuchar, sé que está mal, pero el tema me llama la atención. Y nunca vi a ese chico.

Narra Jimmy: Así que ese chico se llama Gerd y quiere crear un equipo eh...

—¿Y por qué yo? —pregunto.

—Solo puedo decirte eso —explica Princeton—. Jimmy, por favor, únete al equipo.

El chico, Gerd, se da cuenta de que hay alguien más y nos manda callar.

—Silencio.

Desvío la mirada y veo a JP salir corriendo.

—Es un amigo mío —explico.

—Dijimos que nada de compañía —Gerd mira a Princeton.

—Tranquilízate, es de su propio equipo. No es un enemigo.

—Eso nunca se sabe —me mira con seriedad—. ¿Te apuntas o no? No podemos perder tiempo.

—Oye, no seas borde.

—Me apunto —digo.

Él se marcha y arqueo una ceja.

—¿Quién es ese chico, Princeton?

—Lo desconozco —admite—. En fin, gracias por apuntarte. Ven mañana al campo de la Royal Academy.

Asiento. Él se marcha y yo también me voy a mi casa. 

La revolución del fútbolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora