Capítulo 8: Empieza la diversión.

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Narra Yukio: Ayudamos a Gabi a ir al banquillo, y Riccardo y Celia lo tratan mientras Skie está con Arion y los demás ayudamos al resto.

—No puedes jugar la segunda parte así —le dice Riccardo a Gabi.

—Da igual, estoy bien —se levanta y hace una mueca de dolor.

—Si sigues jugando puede que tardes más en recuperarte —lo sienta de nuevo agarrándolo por los hombros.

—No puedo permitirme caer ahora.

—Vamos a hacer cambios —dice Mark—. Gabi, te quedarás en el banquillo en el segundo tiempo —me mira de reojo—. Yukio, ocuparás su puesto.

Asiento. Michael y los demás están más decaídos.

—Riccardo —le dice Michael—, nosotros no intervendremos en el segundo tiempo.

—Está bien, Michael —responde él.

—Capitán, no puede ser... Michael tienes que... —protesta Arion

—Tú cállate, Arion.

El se queda en silencio, aturdido, y salimos al campo. Sacamos y echamos a correr.

Víctor se hace con el balón y acaba enfrentándose al otro equipo.

Se lo quitan y chutan con un espíritu guerrero. No me da tiempo a llegar. Samguk lo intenta parar pero no puede y acaba siendo gol.

—Samguk —me acercó corriendo hasta él y le ayudo a levantarse—. ¿Estás bien?

—Sí, no te preocupes —se levanta—. No dejaré que marquen más goles.

Asiento.

—La próxima vez llegaré a tiempo.

Él me sonríe y me coloco en mi posición. Volvemos a sacar y se repite la misma situación, pero esta vez Riccardo corre hacia Víctor.

—No puedes ganar tú solo —le dice.

Víctor le acaba pasando el balón. Todos los jugadores del campo, poco a poco van jugando al auténtico fútbol. ¡Están despertando!

Al final remontamos el partido. JP viene corriendo hacia mí, con una sonrisa enorme en la cara y yo elevo la vista al cielo.

—Papá —murmuró cerrando los ojos—, espero que me estés viendo desde ahí arriba. Ganaré siempre, te lo prometo.

Se crea una brisa y miro a JP, que parece dudoso.

—Yukio, hemos ganado —sonríe—. Ganamos.

Asiento, él salta y chocamos los cinco. Luego respiro profundamente. Nos acercamos a los demás.

—Esto no significa que os acepte como compañeros —escucho a Víctor antes de irse al banquillo.

Dos días después, salgo de casa antes del entrenamiento para correr un poco. Me detengo en la Ribera, al ver a Arion y JP entrenar.

Decido bajar y les pregunto que hacen.

—Quiero tener mi propia supertécnica —explica JP—. Por eso entrenamos.

—Venga, os ayudo —dejo la bolsa en el suelo—. ¿Puedo?

Asienten emocionados. Creo que no se esperaban que les fuera a ayudar.

Al cabo de un rato vemos a un chico con su bebé, paseando por la Ribera.

—Eh, oye, ten cuidado —dice el padre.

Tengo el balón en la pierna. Me fijo bien, y veo que el niño va a caer por la hierba. Es muy pequeño, puede hacerse daño.

Le doy una patada fuerte al balón y salgo corriendo hacia el bebé.

Como pensaba, se cae por la hierba y empieza a llorar. Corro más deprisa y uso mi supertécnica.

—Super Sprint.

La revolución del fútbolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora