Capítulo 43: San Eldor, ciudad del fútbol.

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Narra Yukio: Volvemos volando al instituto y nos detenemos delante de la puerta.

—Tenemos que hacernos más fuertes rápidamente —dice Fei—. O acabarán demoliendo el club de fútbol.

—Vayamos a nuestro tiempo —propone Barry—. A lo mejor las enseñanzas del maestro nos ayudan.

Wonderbot y el chico de pelo verde le miran seriamente y el resto, confusos.

—¿Qué son las enseñanzas del maestro? —pregunta Arion.

—Es un libro escrito por una persona, conocida como el dios del fútbol —explica Barry—. Dicen que contiene los secretos para crear el mejor equipo de fútbol, pero está en código y nadie ha podido descifrarlo.

—Está expuesto en el museo del fútbol de nuestro tiempo —sigue Fei—. No es una mala idea ir al futuro. Igual alguno de nosotros es capaz de leer las enseñanzas del maestro.

Barry asiente.

—Esperad —dice Njord—, ¿tenéis algún plan para coger ese libro? Personalmente, no creo que llegar y decir que lo queremos sirva para que nos lo den.

—Ya pensaremos en algo allí —contesto—. Quiero ver el futuro.

—No deberías ser tan lanzado.

—Nos colaremos en el museo —dice Barry—. Me conozco ese museo como la palma de mi mano, y a Wonderbot se le da bien descodificar contraseñas, nosotros os guiaremos.

Njord se encoge de hombros y subimos a la caravana, rumbo al futuro.

Entramos en un agujero de gusano e inmediatamente todos miramos por la ventana de la caravana.

—Qué pasada —alucino—. ¿Esto es un agujero de gusano?

—Así es —responde Fei.

—¿Y cómo es el futuro? —pregunta Arion—. Si hay un museo del fútbol, es porque a la gente le gusta mucho, ¿no?

—El fútbol es algo muy importante para mucha gente en nuestro tiempo —explica Barry—. Por eso es tan importante luchar por mantener la historia.

—¿Y qué hay de vuestra familia? —sigue JP.

—¿Tenéis hermanos?  ¿A vuestros padres también les gusta el fútbol? —añade Arion.

Inmediatamente, Barry y Fei ponen mala cara. Le doy un toque a Arion en el hombro llamando su atención.

—Recuerda que la madre de Barry falleció y le dejo los dispositivos esfera —susurro.

—Ah, sí, es verdad. Perdón —se disculpa con él.

—No te preocupes.

Cruzamos el agujero de gusano y llegamos al futuro. Bajo de los primeros de la caravana.

Realmente es un sitio bonito. Miro a mi alrededor. Hay árboles y una especie de plataforma que igual es algún transportador o algo así. Estando en el futuro no me sorprendería.

Mientras bajan los demás y se estiran, observo bien los alrededores. Me fijo en lo que parece un parquecito al lado del museo, y veo a alguien sentado en un banco.

—Mirad, hay alguien —les digo a los demás, señalando con el dedo.

Todos miran, y Barry sale corriendo hacia allí.

Se agacha enfrente de él y los demás los observamos.

Narra Barry: No puede ser. Nada más llegar, y ya lo veo llorando en el parque. Tiene que haber pasado algo.

—Tokki —me agacho enfrente de él—. Eh, ¿qué ha pasado?

Él se lanza a abrazarme. Correspondo. Está temblando, sus ojos están húmedos, rojos y llenos de lágrimas. Algo ha pasado, algo grave.

Le acaricio la cabeza hasta que se calma y nos separamos.

—Barry… —solloza.

—¿Qué ha pasado? ¿Se han metido contigo otra vez? ¿Tengo que machacar a Simeom?

Él niega con la cabeza.

—Peor —mira hacia el suelo—. Es ella…

Abro los ojos como platos. Claro, solo puede haber una cosa peor que el que se metan con él.

Narra Yukio: No sé cuánto tiempo están los dos hablando y empiezo a impacientarme. Tenemos que conseguir las enseñanzas del maestro y rehacer la historia antes de que sea tarde.

Doy un par de vueltas en círculos cuando llegan Barry y el otro chico.

Su cabello es castaño, con flequillo tapándole el ojo derecho. Sus ojos son azules y están rojos. Parece que ha estado llorando. Más o menos es de la altura de JP, pero se le ve más pequeño.

—Os presento a Tokki Adanko —dice Barry—. Ha surgido una cosa y tengo que irme unos minutos. Tokki también conoce muy bien el museo y nos va a ayudar —lo mira con una dulce y pequeña sonrisa—, ¿verdad?

El niño asiente ligeramente, algo sonrojado y con vergüenza.

—Me alegra verte, Tokki —sonríe Fei.

—S-sí —hace una reverencia—. E-es un placer.

—Encantado. Yo soy Yukio —me presento.

Sus ojos tienen un pequeño brillo. Sigue mirando a Barry, quién asiente con la cabeza.

—Son amigos, no pasa nada —le acaricia la cabeza—. Yo vengo enseguida, ¿si? Tú ayúdales en el museo.

—Vale.

Y Barry se vuelve a marchar. Wonderbot y Tokki entran en la caravana, pero rápidamente el nuevo sale.

—Esto… —murmura.

—¿Ocurre algo? —pregunta Njord.

—So-sois muchos —juega nervioso con los dedos de la mano—. Y los caminos son estrechos. No deberíais ir más de seis.

Narra Barry: Sé que ellos cuidarán bien de Tokki mientras voy a ver si ha pasado lo que me temo.

Llego a la base y abro la puerta en silencio. El primero en recibirme es él, el hombre encapuchado con una bata blanca.

—Pensaba que estabas de misión —saluda.

—¿Qué ha pasado con Juni?

Él tarda en responder.

—Nada —habla finalmente.

—He visto a Tokki en los árboles del museo, llorando.

Se da media vuelta y camina hacia dentro de la base. Yo le sigo airadamente.

Llegamos a una sala pequeña y oscura. Las paredes están tintadas, así que no puedo ver qué hay dentro, pero no tardo en darme cuenta de dónde estoy.

—¿Por qué…? —empiezo.

—Esto ha pasado —abre la puerta—. Entra, Barry.

No. No, no no. No puede ser. Lo miro. Tiene que estar de broma.

Dentro de la sala hay una camilla, y, tumbada sobre ella, una chica.

La revolución del fútbolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora