Capítulo 44: No es un adiós, es un hasta luego

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Narra Barry: Me quedo de piedra. No me creo lo que estoy viendo. Me niego a creerlo.

—Barry… —habla el hombre.

—Por favor —murmuro notando como mis ojos se llenan de lágrimas—. Por favor, dime que esto es una de las bromas de Paul y que no es real.

—Sabes que nunca colaboraría en sus bromas.

Sí que era grave. Muy grave. No me extraña que Tokki estuviese llorando desconsoladamente.

Ella abre los ojos despacio, clavando sus pupilas e iris carmesí en mí. Llega a sacar una pequeña y dulce sonrisa.

—Barry —habla en voz baja—, ¿ya terminaste de salvar el fútbol?

No puedo hablar. Estoy en shock. Vuelvo la vista a la puerta, a ver si él cambia de opinión. Quiero que sea una broma, una de esas bromas de Paul. Quiero que Juni se levante de ahí, sonría y le diga que no era más que una tonta broma de mi compañero. Quiero que incluso este hombre diga que por una vez le ha seguido el juego.

Pero nadie dice nada.

—Barry, no llores. Ven aquí —habla Juni.

Las lágrimas ruedan por mis mejillas. Me tiemblan las piernas. Ella da unos golpecitos en la silla que tiene al lado de la camilla y yo me acerco.

Me siento allí. Nos dejan a solas, y rompo en un llanto silencioso.

—Juni…  —murmuro casi sin poder hablar.

—Barry, respira —me acaricia la mano—. Ya sabíamos que esto iba a pasar tarde o temprano.

Niego con la cabeza. El pulso me va muy acelerado, me cuesta respirar. No puedo parar de llorar. Me siento… me siento fatal en este momento.

—Corazón…

Aprieto su mano con fuerza. No quiero aceptarlo, me niego.

—No quiero —murnuro—. No quiero, Juni. Tienes que seguir luchando.

—Ya no puedo luchar más. No tengo fuerzas. He llegado al límite —se mueve un poco, enderezándose—. Se ha acabado mi tiempo.

La miro a los ojos.

—¿Y qué pasa con Tokki?

—Ahora tenéis que cuidarlo vosotros.

—No. No quiero. Me niego a creer que esto sea real. Paul, cómo te encuentre…

—No es una inocentada de Paul —contesta ella mirándome—. Está pasando de verdad. Se ha acabado mi tiempo.

—No te vas a morir.

Ella sonríe un poco más.

—Todo tiene un final, Barry, tú mismo lo sabes mejor que nadie.

—¡No!

—Barry, quiero que sepas que os quiero mucho a todos.

—Si tú te vas. Si tú nos dejas, Simeon… Simeon será incontrolable —murnuro.

—Simeon no es un mal chico.

Me sujeta la mano con sus dos manos, y yo hago lo mismo, aunque temblando.

—No hay nada de lo que tener miedo —me acaricia—. Ahora sois vosotros quienes tenéis que cuidar de Tokki. Confío en que lo haréis bien.

—Juni…

—Diles una cosa a los demás de mi parte, ¿quieres?

Trago saliva y asiento con la cabeza. Juni lleva con nosotros desde hace mucho tiempo, por ella haría cualquier cosa.

La revolución del fútbolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora