Pensé que en vacaciones me libraría de él, pero me toco ser una buena amiga y hace menos de una hora había aceptado volver a fingir ser su novia. Otra vez.
Pero esta vez era peor, no era delante de una persona o un grupo de cinco chicos que están acostumbrados a burlarse de cuerpos ajenos. Esta vez era en un lugar más grande y con muchísima gente.
Mis nervios explotaron por completo cuando al llamar al teléfono de Sandra contestó Nail.
—No te pongas tan nerviosa —su voz sonaba con total gracia.
—¿Qué haces con el teléfono de Sandra?
—Fue al baño —respondé y el teléfono vibró pidiendo que pase de llamada a videollamada.
—¿Está contigo? —pregunto a la par que alejé la pantalla de mi celular para que tuviera un buen ángulo de mi.
—Si, vino a ayudarme —dijo y pude verlo a través de la pantalla.
Estaba en una gran habitación blanca con un closet de fondo en color carmesí.
—Tienes un desastre detrás —dije y él giró a verlo.
Realizó una gran mueca de disgusto y se levantó a cerrarlo pero igual varias prendas quedaron enganchadas en la puerta.
Solté una risa y él me dedicó una mala mirada.
—Por eso está Sandra aquí. Necesitaba su punto de vista.
—¿Limpieza de garaje?
—Busco ropa elegante que aún me quede y como combinarla —esa frase hizo que el nerviosismo volviera a mi.
—¿tanto así? —Sus ojos cambiaron de expresión— Siempre te vistes muy bien.
—¿Si? —sus cejas se alzaron con una mirada coqueta así que baje la pantalla del telefono dejandome en negro— ¡Hey! ¡vuelve!
—Jodete.
—Bueno, es una cosa importante, con gente ligeramente importante —volvió al tema.
—¿Conoceremos al presidente? —bromeé en un intento de quitarme el nerviosismo.
—Sería preferible.
—¿Quién es esa gente importante? —mi vista estaba en el teléfono que seguía mirando al colchón.
—Son los hijos de los compañeros de papá.
—Dijiste que tu papá era buena onda y relajado.
—Mi papá si, sus compañeros no tanto y los hijos de su compañeros son difíciles.
—Quieres darles una buena impresión —deduje alzando el teléfono para poder verlo.
Él ya no miraba el celular. El celular estaba fijado en un ángulo que me dejaba verlo acostado en la cama con las manos en el estómago mientras su vista apuntaba al techo pero no veía nada. Sus ojos estaban cerrados pero se podía distinguir el fruncir de su ceño.
—Volví —la voz de Sandra a través del teléfono lo hizo levantarse de golpe y mirar a la pantalla. Me dedico una corta sonrisa apagada y después se puso de pie desapareciendo del panorama.
—Tienes a una chica muy linda en línea —dijo por lo bajo. Apenas fue audible aquello.
—¿Cuándo se casan? —dijo Sandra con esa voz tan dulce que salía de ella cuando sonreía.
Luego pude comprobar mi teoría cuando se acercó para tomar el teléfono.
—Hola —saludó y se sentó en la cama.
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La última y nos vamos
Teen FictionEn Estados Unidos los cuerpos basados en estereotipos siguen estando presentes. Naya ha vivido en una familia mexicana, rodeada de la gran variedad de cuerpos, el suyo jamás fue un problema para ella pero si para el resto que no tardan en hacer burl...