CAP 18

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Hoy era el último día aquí, en Miami. Nuestras vacaciones concluían hoy y lo primero que hice al apenas despertar fue comenzar a hacer mi micro maleta. El vuelo de regreso a Greenport salía a las 10 de la noche y aunque quedaban bastantes horas antes de ello algo dentro de mi decía que había sido mala idea despegar tan noche pero los boletos ya estaban comprados y solo me quedaba esperar a que todo resultará bien.

Una vez termine con la maleta y vi que Nail no hacía aparición por el cuarto salí en su búsqueda pero no me llevó mucho dar con la ubicación del chico porque al apenas salir de mi habitación delante de la puerta yacía un pequeño cartel pegado que indicaba que bajó a desayunar.

Lo despegué de mi puerta y lo guardé en uno de los bolsillos del pantalón. Camine hacía el ascensor y en lo que tecleaba algunos mensajes de buenos días a mi amiga me percaté sutilmente de que aún era demasiado temprano por lo que cuando el ascensor se abrió no me extrañó ver a tan pocas personas en el lugar.

Mis ojos interceptaron a Nail como si tuvieran un imán en ellos. Nail se encontraba charlando muy ameno con un trío de tres chicas. Dos de ellas totalmente iguales.

Pase de ello y camine a la barra de alimentos. Socializar no era mi fuerte.

Tomé lo que sería mi desayuno y me senté en la primera mesa que tuve a mi disposición. Y fue la primera vez que comencé a comer en silencio en soledad desde que había llegado aquí. Y sin quererlo un nudo en mi estómago me hizo comer más lento.

Nail no abandonaba mi cabeza; sus chistes en el desayuno, aquellas pláticas amenas en la comida y nuestras desveladas mientras cenamos. Y fue como si con ese pensamiento lo hubiera llamado porque el celular que estaba en mi mano intentando distraerme sin éxito había comenzado a sonar.

Su nombre apareció en la pantalla y no fue hasta el segundo pitido que contesté.

—¿Si? —Llevé el celular a mi oído y mi vista pasó a mi plato a medio comer.

—¿Ya te has despertado? —giré recordando que él estaba a unas mesas de distancia, al menos así mis últimos recuerdos. Y si. Ahí estaba.

Sus ojos estaban en mi y al cruzar nuestras miradas me concedió media sonrisa. Colgué la llamada y él amplió dicha sonrisa.

Era un idiota.

Me puse de pie y fui a donde él, esta vez sabía que no tenía escapatoria yo había entrado en su radar y algo me hacía saber que él no me iba a dejar desaparecer de ahí muy pronto.

—¿Así que ella es tu novia? —cuestionó la que se lograba diferenciar a simple vista pero aquello no sonó despectivo como cuando lo habían dicho los amigos de Nail.

—Su amiga —aclaré yo saludandola— Un gusto, Naya.

—Ya nos ha hablado un poco de ti —habló una de las gemelas antes de que yo tomará asiento. La otra gemela le tendió un pequeño codazo antes de que Nail hablará.

—Naya —me llamo— Te las presento, Son las gemelas Ortega y Samantha. Las primeras son hijas de una amiga de mamá.

—Un gusto —se presentaron al unísono creando una mueca en ambas, eran como dos espejos.

—Samantha es amiga de ambas, fue una coincidencia —continuó con la presentación.

—Un gusto —habló la tercera. Esta solo me dedico una sonrisa antes de volver a su plato.

—Nos estaban invitando a unas albercas a las afueras de Miami, son muy bellas.

Una de las gemelas extendió su teléfono en mi dirección. Mi primera impresión era que Nail tenía razón pues eran unas albercas muy bellas. Dichas albercas se encontraban rodeadas de unas estructuras que planteaban ser construcciones atrapadas en una inundación. Todo un deleite a la vista.

La última y nos vamos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora