CAP 17

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No estoy segura de cómo llegamos aquí, o mejor dicho de como Nail me convenció. Era cierto que lo que más me apetecía era estar fuera de casa, la semana después de lo ocurrido había sido la más agotadora de mi vida; evitaba todo el tiempo a Galliard quien cada que ambos nos encontrábamos soltaba comentarios hostiles, pero ahora eso ya no importaba.

Estaba en Miami, frente a un hotel hermoso y a espaldas de una de las playas más bellas que jamás había visto y era mucho decir porque vivía en un lugar donde el agua abundaba. Y ninguna de Greenport se le comparaba con esta; era inmensa y tan brillante a la luz de la noche. Lucía colores claros mezclados con el morado de algunos faroles, no conocía lugar alguno con tanta belleza.

Nail vino hacia mí con una hermosa sonrisa, me giré por completo a verlo. Al parecer había logrado obtener habitaciones para ambos lo que era un alivio porque en todo el camino me centré en buscar cosas relacionadas a este lugar y una de las que más me hizo ruido era lo escaso que era conseguir habitaciones y aún más en la última semana de vacaciones.

—¿Encontraste alguna habitación? —cuestioné cuando él estaba frente a mi.

Él asintió y mostró las dos llaves, éramos vecinos de habitaciones.

—Fue algo casi imposible —sonrió orgulloso de sí mismo.

—Eso leí.

—Pero estas frente a mí, ¿Qué podría salir mal?

—Bueno... —vacilé.

—Mejor no digas nada o lanzo la llave a la borda —dijo tomando la que supuse era mi llave porque la elevo en los aires.

—¿Qué borda? —cuestione— Estamos frente a un hotel de miami, no en alguna isla del caribe a bordo de un barco pirata.

—Bueno. Lo lanzó a la playa que tienes detrás.

Pero al avance de sus palabras algo hizo click en mi cabeza.

Estábamos en Miami.

—Nail —lo tomé del brazo derecho.

Estábamos en Miami.

—¿Si?

Estábamos en Miami.

—Nail —Dije aún más emocionada.

En Miami.

—¿Si? —repitió aún sin entender.

Estábamos en Miami.

—Nail —sacudí su brazo frenéticamente— ¡Estamos en Miami!

—No, esto es una réplica de la ciudad —bromeó poniendo su mano libre por encima de las mías para que mis movimientos frenaran.

—No lo entiendes; Estamos en Miami.

En Miami.

Miami.

Estábamos en Miami.

—Lo sé —rió— Me entré cuando compré los boletos de avión.

—Es que estamos en Miami —deje caer mi rostro avergonzado en Nail— ¿Estoy siendo ridícula?

—No —dijo riendo; con esa risa que jamás era burlesca sino amable y llena de felicidad— Solo dime porque te emocionas tanto.

—Es ridículo —musite aún más avergonzada.

—No lo es —dijo— Vamos, dime.

—Es la ciudad. Nunca había salido de Greenport. Y no lo sé.

—Deberíamos salir más, si siempre te emocionarás así.

La última y nos vamos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora