13. El cielo

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NARRA IBSEN: 

Me encuentro tumbado boca arriba. No siento mi cuerpo, ni soy capaz de moverme. No hay nada a mi alrededor, solo yo en un inmenso espacio blanco. ¿Dónde se supone que estoy? ¿Qué es esto? 

Hace unos segundos, estaba en Trost, intentando rescatar a mis amigos de los titanes... Pero fui arrollado por uno y perdí el conocimiento. Este lugar no parece ningún sitio capaz de existir en el mundo real... Acaso, ¿He muerto? ¿Se supone que este lugar es el infierno? ¿O el cielo? Está totalmente vacío. ¿Qué se supone que significa esto? ¿Voy a pasar la eternidad aquí? ¿Tumbado en medio de la nada? 

De repente escucho un suave maullido y me levanto de golpe quedando sentado sobre el suelo. ¿Ahora si soy capaz de moverme? Miro a todo mi alrededor, pero no veo nada. ¿Qué ha sido ese maullido? ¿Qué se supone que está pasando aquí? ¿Por qué...? ¿Por qué me es tan familiar?

Mientras intento mirar por detrás de mí en busca de algo, vuelvo a escuchar el maullido. Me giro hacia delante para de repente ver lo último que pensaba que vería nada más morir. Abu se encuentra sentado frente a mis pies, mirándome fijamente con sus grandes ojos verdosos mientras emite un suave ronroneo. 

El pequeño gatito comienza a restregarse feliz por mis pies, ronroneando cada vez más fuerte, mientras que yo lo miro sin entender nada. Varias lágrimas comienzan a caer por mis mejillas mientras me quedo petrificado, observando a Abu. No puedo creerme que vuelva a verlo. Definitivamente, tengo que estar en el cielo, es imposible que Abu pudiera estar en ningún otro lugar... 

— Abu, yo... —empiezo a decir con la voz rota, consiguiendo que el felino deje de darme golpecitos en el tobillo con su cabecita y se siente a observarme curioso— Te he echado mucho de menos... 

Sin poder evitarlo, comienzo a llorar fuertemente mientras cubro mi cara con mi antebrazo. Durante todo este tiempo, nunca me olvidé de él. Fue el único amigo que tuve, y el único apoyo que tuve tras perder a mi familia... Si pude sobrevivir tanto tiempo, solo fue gracias a él. Yo... Le debo la vida.

— ¡Lo siento mucho! —digo gritando fuertemente— ¡No pude protegerte de aquellos vagabundos! ¡Lo siento Abu! ¡Fue por mi culpa! ¡Por ser débil! ¡Siento no haber podido protegerte! —grito mientras mi voz se rompe de nuevo y vuelvo a mirarle. 

Abu sigue sentado mirándome. Sin embargo, como si no acabara de gritarle, maúlla feliz y se levanta para acercarse a mí. Tembloroso extiendo mi mano para acariciarle. Él acerca su cabecita olisqueándola. Poco a poco, mi mano se acerca cada vez más a él, hasta que al final, la punta de mi dedo toca su húmeda naricita. 

Abro los ojos de golpe bastante agitado. Vuelvo a estar tumbado, pero ahora me encuentro dentro de una habitación. Vuelvo a sentir mis brazos y piernas, y noto una fuerte presión sobre toda mi parte inferior. Lentamente, analizo todo a mi alrededor, intentando comprender qué está ocurriendo. Estoy dentro de un edificio, y frente a mí, hay un enorme agujero que da al exterior. La parte inferior de mi cuerpo está cubierta por escombros, seguramente de la pared derribada. ¿Estoy en Trost? ¿Significa entonces que estoy vivo? ¿Qué ha pasado?

Me siento algo mareado y desorientado. Mi cuerpo tiembla ligeramente y noto mis extremidades agarrotadas. Con bastante dificultad consigo incorporarme levemente con los brazos. Pero siento un enorme dolor detrás del hombro derecho. Me llevo la mano al omóplato derecho para descubrir que tengo un objeto alargado clavado en el hombro. Por el tacto parece metálico. ¿Me lo he clavado al chocar contra el edificio? 

Observo mi parte inferior. Por suerte, los escombros que hay encima de mis piernas no son muy grandes, por lo que con algo de esfuerzo, consigo salir de debajo de estos. Todo a mi alrededor parece bastante inestable. Es posible que se derrumbe en cualquier momento si no me ando con cuidado.Me alejo un poco del enorme agujero de la fachada, y una vez me siento algo menos mareado y soy capaz de moverme mejor, decido que es momento de intentar arreglar lo de mi hombro... 

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