25. Lo siento

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NARRA IBSEN: 

Después de unos minutos llorando sobre mi cama, alguien toca a la puerta. Lo cierto es que lo último que me apetece ahora mismo es ver a nadie, así que la primera vez lo ignoro y espero a que se marche. Pero después de que quien sea quien esté al otro lado, decida insistir una tercera vez, decido levantarme a ver quién es. Intento dejar medianamente arreglada la cama y me seco las lágrimas restregando la base de la palma de mi mano por mis ojos y mejillas. 

Me acerco a la puerta y la abro lentamente para asomar la cabeza hacia el pasillo. Reiner se encuentra frente a ella. No parece tener muy buena cara. Aunque supongo que es normal teniendo en cuenta la situación. Dudo que siquiera alguien del cuerpo de exploración tenga buena cara esta noche. 

— ¿Qué haces aquí? ¿Ocurre algo? —pregunto con cierta desgana pero con algo de preocupación. 

— ¿Puedo pasar? —dice él con un extraño tono de tristeza que hace que se me encoja el pecho por un pequeño instante.

— Claro —digo asintiendo a la vez que termino de abrir la puerta y me aparto un poco para dejarle pasar. Una vez entra y me ve más de cerca, coloca una mano sobre mi mejilla y la acaricia suavemente. Debo de tener los ojos y las mejillas enrojecidas por haber estado llorando antes. 

— ¿Qué te ocurre? —me pregunta preocupado— ¿Quieres hablar? 

— No... Por ahora prefiero no decir nada... —respondo. Aunque quisiera, no podría hablar. Ni siquiera soy capaz de pensar con claridad. Por mucho que lo intentara, no sería capaz de decir nada. 

Reiner asiente respetando mi decisión. Me envuelve entre sus brazos dándome un fuerte abrazo mientras con una de sus manos acaricia el cabello de mi nuca y coloca sus labios sobre mi cabeza. Siento que estoy a punto de romperme de nuevo, por lo que rápidamente le correspondo el abrazo mientras aplasto mi cara contra su pecho. 

A pesar de que entre sus brazos me siento seguro y reconfortado, lucho por no derrumbarme delante de él. No soy el único que lo está pasando mal después de todo lo que ha ocurrido. No me gustaría que él tuviera que cargar con sus tormentos y con los míos. En todo este tiempo, han sido bastantes las veces en las que él ha tenido que apoyarme y darme fuerzas. Mientras que las veces en las que ha sido al contrario, han sido muy pocas.

Tras unos minutos así, nos separamos un poco. Cansados de estar de pie, nos acercamos a mi cama. Me tumbo boca arriba y él se tumba encima de mí. Abrazándome mientras deja caer su cabeza sobre mi pecho. En todo el rato no me suelta, apretándome entre sus brazos cada vez que siente que su cuerpo se relaja y que me suelta un poco. Mientras tanto, acaricio su cabello suavemente mientras miro hacia el techo de la habitación. Intento aclarar un poco la densa bruma que ciega mis pensamientos, pero por mucho que lo intente, es como si ni siquiera pudiera ver más allá de mis narices. Simplemente, parece que no voy a poder entender nada por ahora. 

No decimos nada por un buen rato. Ninguno de los dos parece sentir la necesidad de hacerlo. El simple hecho de estar juntos nos basta para calmarnos y descansar de todos los pensamientos que nos atormentan. A pesar de que es mucho más grande que yo, apenas noto su cuerpo aplastándome contra el colchón. Solo soy capaz de notar el calor de su cuerpo y como su cabeza asciende y desciende suavemente debido a mi respiración mientras sus manos se aferran fuertemente a mi ropa. 

— ¿Por qué has venido? —termino preguntando con el tiempo, rompiendo el silencio. 

— No lo sé... Solo quería estar contigo —responde él suavemente—. Como cuando estábamos en la academia y nos pasábamos la noche viendo las estrellas. 

TWO LivesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora