18. La primera victoria de la humanidad

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NARRA IBSEN: 

Mierda... ¿Cómo voy a poder resolver esta situación? Es cierto que soy hábil con el equipo de maniobras. Pero, ¿De qué sirve eso si solo puedo usar un brazo? No puedo matar a ningún titán en esta situación, pero tampoco puedo permitirme dejar al de siete metros escapar mientras conduzco al de nueve hacia los soldados... 

Podría intentar volver evitando al de nueve metros para acercarme al de siete y recuperar su atención. Pero no sé hasta qué punto este plan es factible... Cada vez aparecerán más titanes, y si estoy constantemente perdiendo la atención de estos y teniendo que volver para poder seguir guiándolos lejos de Eren y Armin, llegará un momento en el que habrá demasiados y simplemente acabaré rodeado por ellos. Hacer de carnada todo el tiempo que pueda puede ser una buena estrategia, pero... ¿De verdad estoy dispuesto a aceptar un suicidio asegurado como mejor opción?

Maldición. Tengo que pensar en algo ya... Piensa, piensa, ¡Piensa! ¿Acaso no he pasado años junto a Armin y Marco planteando estrategias? ¿No se supone que era lo bastante bueno como para idear buenos planes? No puedo estar tan jodido como para que no exista ninguna forma de poder ayudar ¿Cierto? Si tan solo... Ojalá pudiera mantener la mente fría y pensar tan rápido como hacía... Jaret. 

¡Idiota! ¡¿Acaso ya me he olvidado?! ¿Él por qué estoy haciendo todo esto? Si Armin no consigue ayudar a Eren para que este tape el agujero... ¿Cuántos niños tendrán que ver como sus padres o hermanos les abandonan para que los que queden dentro de los muros puedan comer? Si todos los que están luchando ahora mismo mueren... ¿Cuántas personas estarán esperando su regreso hasta que reciban la mala noticia? 

Esto ya no se trata de mí... No voy a adoptar ese estúpido objetivo cliché de luchar por salvar a la humanidad, no es lo que quiero. Pero mi lucha no es contra las personas. Mi lucha es para salir de este corral y poder elegir a dónde ir. Y eso es algo que el resto de personas también deberían de poder hacer... Si un titán de nueve metros y otro de siete son demasiado para mí, entonces significa que eso, por lo que tanto lucho lo es todavía más. Si no puedo contra dos titanes, no podré contra todo lo que venga después... ¡No permitiré que estos dos malnacidos me frenen!

Me engancho a una casa que hay por detrás del titán de nueve metros. Rápidamente, salto desde el tejado y comienzo a impulsarme hacia el titán, acercándome al suelo. El titán intenta agacharse y extender sus brazos hacia abajo para agarrarme, pero acelero rápidamente para esquivar sus manos y seguir adelante. Con un rápido giro, ataco con mi espada una de sus piernas, la que tiene al frente, y después ataco a la otra. 

Al ser de nueve metros, sus piernas no son muy gruesas, por lo que con un solo espadazo he conseguido crear un gran corte en cada pierna. Tener solo un brazo disponible y no poder mover el otro afecta a mi movilidad en este tipo de maniobras, es algo que noto tras tardar varios segundos en adoptar una postura correcta que me permita seguir atacando, además de que gasto más gas de lo normal. Pero a pesar de todo eso, las enormes heridas en sus piernas hacen que el titán no pueda mantenerse en pie y caiga de rodillas, haciendo que este esfuerzo extra merezca la pena. En ese momento, aprovecho para seguir adelante con el plan improvisado que acabo de idear.

Me engancho a su hombro derecho y me lanzo contra él. En un veloz ataque corto los músculos de su hombro, asegurándome que no pueda mover ese brazo. Me alejo antes de que pueda atraparme con su otro brazo. Todavía no ha podido regenerar sus piernas, por lo que aún tengo un pequeño margen de tiempo para recolocarme. Me sitúo a su izquierda, y me engancho a él para volver a atacar, esta vez a su hombro izquierdo. De nuevo, consigo cortar sus músculos inmovilizando su otro brazo, pero mi postura no era del todo correcta y la hoja de mi espada se parte en pedazos antes de terminar de cortar la carne del gigante. 

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