[Tristeza]

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Los días posteriores a ese encuentro fueron tediosos, a Damián no le dejaba de dar vueltas la cabeza con pensamientos, recuerdos, sensaciones, -¿Qué le pasaba?- se preguntaba ¿Había algo malo en él?, ¿No se suponía que debía sentirse diferente?, Se sentía enojado, frustrado, impotente, ¿Por qué había echo eso?, Ni siquiera sabía el nombre de la mujer con la que había experimentado su primer beso o su primer encuentro íntimo, no hubiera querido que fuese así, no hubiera querido que fuese esa mujer, ¿Por qué lo hizo?, Se había dejado llevar por la presión de sus amigos, ellos decían que eso se sentía genial, que era lo mejor, ¿Por qué él no se sentía de esa manera?, ¿Y si ella también se dejaba llevar así?, Volvía a su mente, llenandolo de irá, no podía imaginarla en esa situación, no con otro hombre.

~¡Maldición!~ gritó

No sabía si era por lo que acababa de pensar o era porque nuevamente había fallado y su inconsciente la traía de regreso a sus pensamientos.

Debía hacer algo, no podía seguir así, sus amigos no podían estarle mintiendo, el problema era él.

Trato de actuar con normalidad los siguientes días, los amigos no quisieron consultarle lo que había pasado esa noche y él tampoco les contaría, aunque los rumores no les tardaron en llegar, la mujer amiga de una de sus compañeras había contado que Desmond era un patán, que luego del acto la había sacado a gritos de la habitación, eso espanto a algunas, pero a otras parecía no importarles, -quizás ella no lo había satisfecho lo suficiente- era lo que pensaban y querían probar su valía ante el tan atractivo menor de los Desmond, ¿Quién sabía? Tal vez con un poco de suerte lograban enamorarlo y casarse con él, ganándose la envidia, el respeto y el renombre de la alta sociedad, pero eso era mucho decir, con una noche ya sería suficiente para ellas, aunque en el día a día era difícil si quiera acercarsele, si no era por algún asunto académico simplemente las ignoraba, quizás con alcohol encima era más alcanzable, esperarían hasta el próximo evento que no tardaría en llegar.

Anya llevaba un tiempo entrenando sin parar, había mejorado bastante en algunas cosas pero aún le faltaban muchas otras por dominar, aún así la enviarían a unas pequeñas misiones que no involucraba grandes riesgos para ella, y no actuaría sola, por ahora debían identificar a un grupo de terroristas que buscaban hacer crecer la hostilidad entre ambos países fronterizos, dejando amenazas y agrediendo las casas o lugares de trabajo de algunos políticos reconocidos de Westalis, era un trabajo fácil para Anya, bastaba con leer las mentes e identificaria a los sospechosos, el problema era saber cuál sería su próximo paso y adelantarse a ello para poder detenerlos, para eso decidió infiltrarse cómo mesera en un restaurante donde iba a comer siempre el ministro de economía, quien podría ser la próxima víctima.

Se paseaba por el lugar oyendo los pensamientos de cada comensal, cuando escuchó:

~Ahí está, ¡maldito cerdo!, Disfruta tu última comida, está noche no llegarás a casa~

Inmediatamente lo identificó, él era su objetivo, pero ¿Cómo podría detenerlo?, ¿Con quién más estaba?, Por el momento esperaba solo en una mesa ser atendido así que se apresuró a ir a servirle:

~Buenas noches señor, ¿ya sabe lo que va a ordenar?~

~Vaya que preciosa, lastima que sea basura de Westalis~ pensó el hombre en ese momento

Anya no perdió ningún momento e inmediatamente se le ocurrió la idea de cómo frustrar momentáneamente su malvado plan

~Disculpe la intromisión pero, ¿Es usted de Ostania?~

El hombre quedó sorprendido y se asustó por un momento pero ella continúo:

~No quiero sonar grosera si me equivoco pero me parece reconocer a un compatriota~ sonrió coqueta

Casi algo | DamiAnya Donde viven las historias. Descúbrelo ahora