Hannah presionó su frente contra la ventana del carruaje.
París, a través del vodka ruso, se veía diferente: más confuso, más amistoso, incluso más romántico.
La euforia en su corazón se expandió para incluir a cada persona con la que se cruzaban en la calle. Todos se veían tan hermosos. La luna brillaba tan intensamente. Todos tenían una sonrisa en los labios.
Fawler había confiado en ella para interrogar a Sokolov. No había interferido ni tratado de dirigir la conversación.
—¿Crees que sir Darlington podría estar implicado en el robo? —preguntó. Fawler había pasado gran parte de la velada conversando con él y su anfitrión.
—Odio pensar eso, pero es posible. Su amante, Maxiné Meurant, es una de las colaboradoras cercanas de André Dubois, dueño de Les Clés de L´enfer y la fortaleza de Mythros —respondió, dándole la razón.
—Podría tener información comprometedora sobre sir Darlington. Ella podría haberlo chantajeado para que le diera a Dubois la información sobre cómo retirar la pieza de casa de monsieur Chauvet, mientras la llevaba al museo de Londres.—Parece la explicación más probable en esta etapa. La señorita Meurant estará en Les Clés de L’enfer esta noche.
—¿Hay damas en las mesas de juego?
—Yo no las llamaría damas.
—Son solo mujeres que se ganan la vida, les han dejado pocas opciones en este mundo dominado por hombres. No siento enemistad por ellas.
—Tienes ideas revolucionarias.
—Nunca he dado por sentado mi nacimiento privilegiado. Nací rica y con título. No gané estos privilegios, nací en ellos. No creo que me hagan mejor que nadie. Viviría como un plebeyo si no me beneficiara tanto de los bolsillos sin fondo de mi hermano. En los cuales, tengo la intención de sumergirme esta noche, para jugar en la mesa rouge et noir.
—¿Vas a jugar? —preguntó él, claramente sorprendido.
—No voy a colocarme en tu codo y lucir decorativa, si eso es lo que estás sugiriendo.
—No sabía que jugabas. ¿Conoces las reglas de los juegos?
—Por supuesto. ¿Qué crees que hago en esos largos viajes por mar? Los marineros y yo tenemos concursos animados. Puedo vencer a cualquier hombre en las cartas.
—Por supuesto que puedes. —Fawler, colocó su mano enguantada cerca de la de ella en el asiento del carruaje—. La sociedad siempre juzga a una dama que elige una vida diferente. Nunca te había dicho esto antes, Hannah, pero estoy muy orgulloso de tus logros.
—No lo estaba haciendo para enorgullecerte.
—Cualesquiera que sean tus motivos, has logrado mucho y tus logros nunca deben ser minimizados o descartados.
—Creo que has bebido demasiado. Estás perdiendo tu lado burlón.
—Eres la persona más valiente que conozco —siguió el, mirándola intensamente.
Este nuevo lado de Fawler, hacía difícil colocar sus emociones a un lado.
Aunque, probablemente solo lo estaba mirando a través de unas gafas color vodka.
—¿No es hermoso París? —preguntó, soñadora—. No podré vivir en Londres después de que rompamos nuestro compromiso. Seré una paria. Creo que me mudaré aquí. Siempre me he sentido más a gusto en París que en Londres. Hay demasiadas restricciones en Londres. —Estiró los brazos, casi tocando las paredes del pequeño carruaje—. Quiero darle un abrazo a París.
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La Misión del Barón
Historical FictionUn compromiso roto y años de aventuras en el extranjero, han provocado que la intrépida lady Hannah Marie Cautfield, pierda interés en el matrimonio tranquilo y convencional de la sociedad a la cual pertenece. Hasta que tiene que ir a su siguiente a...