1. Una boda y un escape

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1827, Iglesia de Saint George. Día de la boda de los duques de Saint James.

Hannah, no podía creer que estuviera en medio de toda la sociedad inglesa, que si bien soltaron algunos cuchicheos al verle llegar, rápidamente la habían ignorado, ya que al parecer, al duque de Saint James, lo habían dejado plantado y ese era un chisme mucho más jugoso. Aunque el pobre hombre se negaba a aceptar lo que era más que obvio para toda la audiencia, puesto que, pidió al obispo que se quedara parado en el altar todo el día si hacía falta pues su novia ausente, sí se iba a presentar.

«Pobre ingenuo».

No tenía tiempo de sentir pena por el hombre. Ya que ella estaba allí en nombre del conocimiento y el saber. La eminencia en orfebrería francesa y poseedor del diamante Hope, Monsieur Thierry Chauvet, estaba presente. El collar era algo digno de ver, ya que consistía en un diamante azul de más de 46 kilates, rodeado por 17 diamantes blancos de 2 kilates cada uno, toda una belleza para el ojo humano. Pero ella no quería el collar, y no era por la historia de la maldición que acompañaba la joya, ya que no era para nada supersticiosa.

Necesitaba el diario que acompañaba al diamante ya que ella en sus páginas estaba la mitad de un mapa con las coordenadas para encontrar un tesoro más grande que el mismo collar. Y ella quería ser la primera en encontrarlo, tal vez así finalmente la Asociación de Arqueología de Londres, comenzaría a tomarla en cuenta.

Estaba harta que por el simple hecho de ser mujer siempre perdía ante su archienemigo; Brandon Hadley, el barón Fawler, a quien no le ponían ninguna pega al presentar sus hallazgos. Bueno, si a comprar baratijas a los ladrones de tesoros en los lugares que iban a explorar (cada uno por su cuenta, claro está), se le llamaba hallazgo.

No, con ella eran crueles, su hermano Dominic, era quien presentaba las cosas que Hannah encontraba. Pues al ser un duque y patrocinar cada una de sus aventuras, lo tomaban como el cabeza de la misión.

Después de que su compromiso se cancelara, se había encontrado con Fawler en muchas más ocasiones de las que le hubiese gustado, ya que los dos decidieron seguir con sus planes de viajar por el mundo en busca de tesoros y aventuras. Se saludaban educadamente para guardar las apariencias, aunque no estaban cerca de tolerarse por más de un minuto, uno cerca del otro. Ella en especial.

Lo odiaba y no solo por el compromiso roto. No, claro que no, esa era harina de otro costal. Lo odiaba porque ella siempre hacía el trabajo sucio, caminaba horas para llegar a los lugares de investigación, escarbaba y limpiaba mil baratijas, para con suerte encontrar algo que realmente tuviera algún valor histórico. Y todo para qué; para que ni siquiera le permitieran acercarse a las reuniones dirigidas únicamente a los caballeros arqueólogos investigadores.

Tenía diez años persiguiendo sus sueños, persiguiendo aventuras a través del mundo. Ya había estado en la India en tres ocasiones, una vez en América, en Egipto solamente en una ocasión y tenía previsto volver allá en tres semanas, y por esa misma razón era de vital importancia hablar con monsieur Chauvet.

El plan era sencillo, le diría que tenía una propuesta para él, luego le hablaría del diamante Hope, le pediría permiso para transcribir y copiar el diario del collar. Ofrecería nombrarlo en la investigación como un aliado importante en la misma, el aceptaría y listo. A que hombre no le gustaba ser el centro de atención y si se salía con la suya el hallazgo sería algo de dimensiones colosales.

Sentía pena por el pobre francés, pero él se había negado a tener una reunión con su hermano y ella no podía dirigirse a su residencia. Por mucho que la sociedad la conociera como la hija del escándalo, no se atrevía a romper las reglas más de lo que ya las había roto con el pasar del tiempo.

La Misión del BarónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora