XXXIV: Conflictos, sospechas y dudas

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Entre gritos de euforia y júbilo por la hazaña realizada, el trayecto hasta la frontera entre ambos reinos se hizo sumamente breve para los tres jóvenes que viajaban rumbo al bosque Azul. Solo cuando estuvieron en tierras de Pillón se permitieron tomar un descanso y detenerse en un pequeño estanque de agua cristalina. Luego de refrescarse y limpiar sus heridas, Winger aprovechó la ocasión para presentar a sus amigos entre sí. Estaba muy ansioso por descubrir cómo reaccionarían ellos.

—Rupel, él es Demián.

En un gesto tal vez demasiado varonil, el aventurero le estrechó la mano con ímpetu.

—Es un placer... —La pelirroja no había acabado de saludar cuando se oyó un sonido extraño proveniente de su estómago; Rupel estaba tan abochornada que su rostro se puso del mismo color que su cabello—. ¡Qué vergüenza, discúlpenme! Es que hace días que no como nada...

Entonces Demián revisó sus bolsillos y sacó un puñado de canapés aplastados; gentilezas que se había llevado de la fiesta.

—Tal vez ya no tengan muy buen aspecto, ¡pero aún saben rico!

El aventurero se los ofreció con una sonrisa a la pelirroja, quien gustosa los aceptó.

«Es un buen comienzo», se alegró Winger.

—————

Retomado el viaje, Rupel en seguida se quedó dormida. Todos habían pasado por una situación terrible, pensaba Winger mientras la contemplaba en silencio. Se dijo con resignación que podía irse olvidando de la idea de regresar alguna vez a casa. Si incendiar la Academia y atacar a dos tutores era un grave delito, ¿qué podía esperarse tras una acusación como la que Caspión les había echado encima? Según la versión oficial, ellos habían asesinado al rey Dolpan, y todas las pruebas apuntaban en su contra.

Por otra parte, Winger se vio obligado a preguntarse si los últimos acontecimientos habían sido una mala pasada del azar, o si alguien los había premeditado. El completo abandono de las mazmorras y el hecho de encontrarse allí con Piet y sus mascotas, ¿no confirmaban que Rupel había sido deliberadamente secuestrada para así ser usada como señuelo? Si ese era el caso, ellos habían entrado como ciegos en la trampa, colaborando de la mejor forma posible para que el rey fuese eliminado de la escena definitivamente. Ahora los partícipes de la confabulación tenían el camino libre para hacer lo que se les antojara. Y para empeorar las cosas, ya habían encontrado el libro de Maldoror.

Para Winger y los suyos el tiempo se estaba agotando.

—Estamos en problemas, eh... —murmuró el mago, meditabundo.

—Él está en problemas —contestó Demián con un semblante llamativamente serio, pero no dio más explicaciones.

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Eran las horas de la madrugada y Jaspen sobrevolaba las copas de los árboles del bosque Azul. Winger pensó que tardarían en dar con sus compañeros, pero les fue sencillo avistar el discreto hilo de humo rojo que Mikán había encendido para indicar su posición. El guingui descendió cerca del fuego humeante y de inmediato Soria, Pery y Mikán fueron al encuentro de los recién llegados para celebrar el éxito del rescate.

—¡Bien hecho, muchacho! —El herrero alzó a su sobrino en hombros apenas puso un pie sobre la tierra.

—¡Bienvenida, Rupel! —la saludó Soria con entusiasmo—. Vaya... ¡Eres tan bonita como Winger había dicho!

—Muchas gracias —sonrió la pelirroja por el cumplido—. ¿Y tú quién eres?

—¡Yo soy Soria! Soy la prima de tu novio.

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