XVII: Punto de reflexión

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Winger despertó temprano al día siguiente. Sus heridas estaban un poco mejor, aunque todavía sentía alguna molestia. Miró a Demián, quien roncaba a su lado, y decidió dejarlo seguir durmiendo. Bajó al hall de entrada, desde donde se escuchaban ruidos provenientes de la cocina, por lo que hacia allí se dirigió.

Soria y Gluomo estaban preparando un abundante desayuno.

—Buenos días —saludó a los cocineros.

—¡Buen día, Winger!

—Buenos días, señor.

—¿Cómo están tus heridas? —Soria se acercó a revisarlo.

—Un poco mejor, gracias.

—¿Demián aún duerme?

—Sí, eso creo.

—¿Y... Mikán?

Winger notó que su prima se sonrojaba al hacer esa pregunta.

«No puede ser más evidente», pensó.

—No lo sé, Soria. No compartimos la misma habitación.

—Ah... —musitó ella, un tanto decepcionada.

—¿Y Gasky?

—El señor se ha levantado muy temprano esta mañana y se ha encerrado en su laboratorio —dijo Gluomo mientras volteaba unos huevos en la sartén.

—¿Laboratorio? —Esa palabra capturó la curiosidad de Winger.

—Es así como el señor llama a su cuarto de estudios en la azotea —explicó el plásmido—. Se trata de una habitación llena de artefactos extraños. Yo entiendo que el señor Gasky es un historiador y no un inventor, pero él insiste en que sus experimentos son con la imaginación y por eso llama a ese cuarto "laboratorio". Muy extraño...

Winger y Soria rieron por los comentarios de Gluomo.

De pronto se oyeron unos pasos apresurados que bajaban corriendo desde el primer piso. Momentos después, Demián entraba estrepitosamente en la cocina, paseando la mirada por los que allí se encontraban, como asegurándose de que todo estuviese en orden.

—Hola —saludó distraídamente.

Pero Winger comprendió que su amigo se encontraba preocupado por Soria, quien podría haber estado a solas con el "peligroso" Gluomo, o con el no menos "acechante" Mikán.

El aventurero se apoyó contra la pared y se puso a observar al plásmido, que iba y venía preparando varias cosas a la vez.

—Siempre cocinas, ¿eh?

—Todos los días, señor Demián. Disfruto mucho sirviendo al señor Gasky.

—¡Y no sabes cuántos platillos conoce! —comentó Soria—. Ayer estuvimos todo el día hablando con Gluomo y Mikán mientras ustedes dormían. ¡Son personas muy interesantes!

—Dudo que Mikán sea una persona tan interesante —murmuró el aventurero con fastidio—. Y también dudo que puedas llamar "persona" a Gluomo.

Y dicho esto, abandonó la cocina.

—————

A Winger le inquietaba un poco la actitud hostil que Demián mostraba desde el día anterior. Después de todo, si a él había intentado rebanarlo con la espada de Blásteroy por el amor de Soria, lo menos que podía hacer con Mikán era provocarlo y buscar pleito. Sabía que hablar con su amigo era lo más conveniente para todos, pero era necesario esperar el momento indicado para hacerlo. De lo contrario, sería lo mismo que hablar con un muro...

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