Blitzo no entendía a este príncipe. Él sabía qué era lo que la gente con poder esperaba de demonios como él. Así que después de que un mes pasara y Stolas, el Príncipe Goetia, simplemente lo convocase para usar su propio grimorio, era algo sospechoso. Blitzo tenía que esperar en la oficina de Stolas mientras él hacía su magia y cumplía con sus obligaciones. Su oficina, dentro de su palacio. En el lugar donde la familia de Stolas vivía.
Ahí donde esa esposa que solo hablaba miserablemente de él, puras mentiras que eran imposibles de creer debido a que Blitzo tenía información de primera mano sobre las habilidades sociales e íntimas de Stolas. Blitzo podía señalar, aunque jamás lo haría, que la esposa de Stolas estaba mintiendo con todos sus dientes. Bueno, pico.
Él recordaba lo que había gritado Stolas mientras Blitzo escapaba. Un divorcio. Eso era sorprendente. Algo halagador, a decir verdad. Pero sorprendente. Porque eso significaba que esa había sido la primera vez que el gran príncipe Stolas había tomado un amante o por lo menos de forma relativamente pública. Aunque, por otra parte, había sido Blitzo quien había orquestado las cosas para que fuese de forma pública.
Pero a su vez...
Si Stolas hubiese querido algo de discreción, él le hubiese pedido que fuesen a otra habitación. Pero no lo hizo, como si el encuentro entre ellos fuese más urgente que cualquier matrimonio arreglado. Aunque, por otro lado, Blitzo encontraba excitante el hecho de que Stolas jamás podría mirar esa cama sin recordar todo lo que habían hecho juntos.
Pero ¿Qué importaba?
El anuncio sobre el divorcio nunca llegó a las noticias y el matrimonio seguía unido. Blitzo suponía que una noche de sexo desenfrenado y lujurioso no era suficiente para que Stolas abandonase un matrimonio arreglado. Además ¿Qué le importaba a él la vida de Stolas? La élite social era extraña. Aunque la esposa de Stolas seguía siendo una molestia ¿Qué derecho tenía de actuar como ama y señora de ese lugar cuando de entre ellos era Stolas el poderoso? Y si, Blitzo no conocía por mucho tiempo al demonio, pero era obvio que no podía ser un mal tipo. Ni siquiera para los términos del Infierno. Aunque, por otro lado, Stolas había engañado a su esposa. Pero ese era el Infierno. Y a Blitzo no le interesaba en nada la esposa de Stolas. Además, ella había tenido esa actitud prepotente típica de la élite social desde mucho antes de que Blitzo se metiera entre las piernas de Stolas.
La puerta del despacho estaba abierta. La seguridad del lugar pasaba de vez en cuando por ahí, haciéndolo reír con malicia.
Roba una vez un grimorio y la atención de un príncipe y su equipo de seguridad jamás te lo perdonaría.
Pero quien realmente molestaba a Blitzo era la esposa de Stolas. Esa era la tercera vez que ella caminaba frente a la puerta y lo miraba como si fuese un ratón congelado que fuese a devorar. Y no de la forma divertida. Tampoco que a Blitzo le interesara alguien como ella. Pero en esa ocasión fue diferente, porque ella se acercó hasta el marco de la puerta y se cruzó de brazos. Ella también era alta, indudablemente. Pero mientras que Stolas actuaba como si él y Blitzo fuese iguales, ella lucía regia en su actitud, dejándole en claro que estaba mirándolo hacia abajo, cómoda en el poder que creía poseer.
— No eres el primero ¿Sabes? —Ella sonrió de lado— La realeza siempre tiene consortes. Aunque debo admitir que esta es la primera vez que mi esposo tiene uno que ni siquiera podamos lucir en sociedad.
Blitzo sonrió de lado y entrecerró sus ojos. La élite tenía una forma tan patética de pelear que nada de eso hacía efecto en él. En especial cuando Blitzo sabía la verdad.
Él era el primero.
Un imp.
Stolas le había dado la espalda a todo y todos por un imp. Pero lo que más debía molestarle a ella es que Stolas se revelase simplemente por una noche de sexo.
Las plumas de la mujer se agitaron de la indignación al notar que su ridículo intento de molestarlo no estaba funcionando. Oh ¿Qué estaría pensando ella? ¿Qué ideas se estaría haciendo mientras lo miraba fijamente?
— No sé qué crees que va a pasar. Pero no va a dejarnos. —La voz femenina sonó como seda, tan suave y capaz de cegar a cualquiera con la belleza que ocultaba veneno en su esencia— Su corazón está aquí. Y tú no perteneces aquí.
Claro que podía responderle y reírse en su cara. Pero era divertido saber cuánto estaba dejando ver la esposa de Stolas. Para ella lo que había entre Stolas y él no era algo meramente físico. No. Era algo peor. Algo sentimental y con un vínculo que ella no podía romper. Eso era lo que ella había concluido y su orgullo no le permitía pensar en la idea de estar equivocada. Lo que implicaba que todo lo que había ocurrido entre Stolas y él era algo que ella jamás esperó que ocurriese y estaba ansiosa para que se detuviese. Algo que no podía pasar si Blitzo se ponía cómodo esperando por Stolas.
Curioso.
En realidad, ella no podía destruir la conexión que ellos tenían. Pero no porque Blitzo tuviese una especial conexión con Stolas. Sino porque ella no conocía a sus enemigos y por ende no sabía cómo atacarlos. Blitzo apoyó su brazo sobre el escritorio, descansó su mentón en la palma de su mano y la miró de forma burlona. Él estaba disfrutando dejarle en claro que no iba a caer. La esposa de Stolas agitó sus plumas una vez más. Blitzo quiso burlarse, pero prefirió regodearse en el silencio. En su intento por herirlo, ella había contestado la duda que Blitzo había estado guardando: La razón por la cual Stolas se había corregido de su grito de júbilo referente a un divorcio. Su corazón estaba en ese palacio. Y obviamente no era ella. Sino la hija de Stolas. Blitzo empatizaba con ese sentimiento. Seguramente esta mujer había amenazado a Stolas con prohibirle ver a su hija.
Blitzo bajó su mirada y con su mano libre fingió quitar un inexistente polvo de la superficie del escritorio. Si, Blitzo no pertenecía a ese lugar, pero ambos sabían que ella tampoco. La esposa de Stolas estaba ahí porque era madre y esposa. Nada más. Nada menos.
Blitzo fingió no oír las garras rasgar la madera del marco de la puerta, pero cuando levantó la mirada ya no había nadie ahí. Eso había sido divertido. A lo lejos, él distinguió la voz de Stolas y la de su esposa. En realidad, ella estaba gritándole y Stolas, tan elegante como siempre, respondía de forma precisa. Luego llegó silencio. Pero rápidamente hubo otra voz femenina, mucho más joven y templada, como cuando Loona intentaba hablar con gente de su edad e intentaba sonar como lo que ella creía era ser indiferente e interesante. Blitzo sonrió. Los adolescentes eran así. Esa voz debía ser la hija de Stolas y estaba preguntando cosas complicadas. Tal vez sobre magia. Pero la voz de Stolas sonó mucho más suave y dulce. Amorosa. Sí, era verdad, su corazón estaba en ese palacio. Por lo menos la esposa de Stolas había notado eso.
Stolas se merecía algo mejor que ella, pero Blitzo sintió una punzada de respeto por Stolas al hacer lo posible por su hija. Aún si tal vez no fuese la mejor opción.
Saludos criaturitas diurnas y nocturnas: Mi playlist el día de hoy decidió comportarse de una manera, algo violenta por decir menos y escogió atormentarme con canciones que solo me hacían pensar "Blitzo hubiese dedicado esto a Stolas". Esa no es la forma de darme inspiración. Pero quise escribir algo dulce para ellos así que por fortuna existe este reto.
Oh, no olviden que el arreglo "íntimo" entre Stolas y Blitzo ocurre cuando ya Blitzo está usando el grimorio. En términos cronológicos, estamos en los eventos anteriores al primer capítulo.
Nos leemos
Nocturna IV
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Caer Rápido ¦o¦ Caer Fuerte
Fanfiction«Helluva Boss» [Stolitz] Capítulos auto concluyentes. [Drabbles/Divergencia de Canon] A Stolas le tomó un paso en dirección de Blitzo para enamorarse. Fue rápido, fue inocente y fue intenso. Blitzo perdió el número de pasos que tuvo que tomar para p...