Afilado

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Blitzo mordisqueó su labio inferior, pensando en todas las decisiones en su vida que lo habían llevado ahí.

— Todo esto es tu culpa, Moxxie.

— ¿Disculpe, señor? —El otro imp giró el rostro en su dirección, completamente confundido— ¿Cómo y por qué es mi culpa esto? ¿Y qué es esto?

Blitzo lo fulminó con la mirada, agradeciendo que Loonie no estuviese ahí para verlo desmoronarse en todo el sentido de la palabra por algo que si él ponía en palabras solo iba a delatarlo. Así que en lugar de responder a Moxxie, él solo gruñó. Además, daba igual. Moxxie estaba teniendo esa expresión en su rostro que había llamado la atención de Blitzo desde el inicio. El tipo de expresión sutil, con su mirada nublada por alguna emoción de profundo respeto y pasión que haría que hasta los demonios del Círculo de la Lujuria se avergonzaran. Blitzo quiso hacer una broma al respecto, bromear con ligereza sobre lo patético que era Moxxie al mirar a su esposa de esa forma mientras ella entrenaba. Maldición, las bromas lujuriosas se escribían solas en momentos así. Pero Blitzo mordisqueó su mejilla porque por primera vez había algo más fascinante para él que Moxxie disfrutando el caos a su alrededor, principalmente cuando provenía de Millie.

Porque en el fondo, Blitzo temía que él tuviese la misma expresión que Moxxie...

La risa de Stolas arrebató todo su control y su mirada, traicionera de su sentido común, volvió a beber de la imagen frente a ellos y Blitzo maldijo una vez más a todas las decisiones que había tomado para estar ahí.

Jamás debió dejar que Moxxie y Stolas hablasen sobre musicales y ópera. Él no debió quejarse con Millie sobre lo ridículo que era ver a ese par de nerds emocionarse alrededor de sus cuestionables gustos musicales y que este tipo de charlas eran las que motivaban a que Moxxie luchase por tener control de la música en la van. Millie, otra adepta como Loonie y él a la verdadera música, decidió intervenir en la conversación y desviarla a objetos antiguos y las raras colecciones de Stolas. Las cuales incluían armas blancas. Oh, Blitzo debió intervenir ahí. Él debió hacer una broma sexual y sacar a Stolas de su oficina con la excusa de trabajar, aunque no tuviesen ningún cliente. Pero no. En su lugar, él se encontró sonriendo cuando Millie y Moxxie saltaron sobre sus pies hablando de armas con Stolas. Moxxie y el príncipe compartían su gusto analítico e histórico sobre armamento y defensas, mientras que Stolas y Millie parecían haber encontrado alguien con quien hablar sobre espadas, hachas y tantas cosas más. Cuando Millie le pidió a Blitzo si podían ir al mundo humano a entrenar, él debió negarse. El último clavo en su ataúd fue cuando Moxxie había dicho que deseaba recorrer uno de esos castillos humanos que habían sobrevivido múltiples ataques de... alguien. Blitzo no recordaba qué nombre dijo Moxxie. Pero si que sabía que había aceptado porque no tenían nada mejor que hacer y Stolas los llevó a un lugar que él consideró perfecto.

Antes de darse cuenta Millie convenció a Stolas de tener un ligero entrenamiento con armas blancas, dejando a Moxxie y Blitzo como espectadores. Totalmente hechizados por algo que cualquiera encontraría mundano. Pero no ellos. No Blitzo. Y ese era el problema ¿Por qué no podía apartar la mirada? Porque era como una danza, pero no cómo la que Blitzo había visto a Stolas y su esposa tener. No había música, pero era mucho más rítmico gracias a los golpes entre las armas. Stolas se había cambiado a algo más casual, un tipo de pantalón sobre las rodillas color negro y una camisa holgada con las mangas cerradas sobre sus codos. Blitzo pensó que el príncipe lucía como un pirata ¿Stolas recordaría que a Blitzo le gustaban los piratas? Hasta las plumas de en la cabeza de Stolas estaban peinadas hacia atrás, emulando una pequeña melena sobre su cuello. El príncipe lucía feliz, usando una larga espada, visiblemente pesada, pero moviéndola como si fuese un sable ligero. Millie estaba usando una de sus masivas hachas favoritas, tomando ventaja de su pequeño tamaño para moverse con agilidad entorno a Stolas, sin miedo a realmente herirlo. El príncipe aseguró que, si bien usaría todo su conocimiento en el manejo de la espada, Millie no estaría en verdadero peligro con él. Lo prometió. Blitzo le creyó.

Caer Rápido ¦o¦ Caer FuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora