Seda

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Debería existir una ley en el Infierno ¿A quién debería joder para que esa ley se implementase...?

«Si Blitzo tuvo una sacudida emocional, él tiene derecho a no enfrentarse a otra por un mes»

Porque el destino estaba siendo un maldito bastardo, golpeándolo por tantas veces que ya era un crimen. Una revelación tras otra, al punto que físicamente había terminado inmovilizado en el suelo y magullado metafóricamente hasta sentirse todo suave y esponjoso por dentro.

Que desagradable...

Y ahora, después de que Millie le gritase palabras de afecto y lo hubiese obligado a confesar las suyas, no solo Blitzo tenía que lidiar con Moxxie.

Sino que ahí estaba Stolas.

Elegante en un atuendo formal, pero sin gritar nobleza. El tipo de atuendo que bien podría usar para ir a una pequeña cafetería al atardecer. Camisa púrpura sin cuello, su escote luciéndose por sobre la tela, con las mangas arremangadas y manchas de tinta azul en sus dedos. Así que ambos habían estado trabajando antes de que M&M hubiesen intervenido. Blitzo aclaró su garganta cuando notó los ajustados pantalones negros de Stolas hasta sus rodillas. Era bueno saber que la depresión no le había quitado el deseo sexual. Stolas parpadeó múltiples veces, seguramente preguntándose qué estaba haciendo Millie tan cómoda en su espalda. Y eso sería una explicación muy larga y complicada que, si se pudiese, él deseaba no tener que lidiar en ese momento.

Moxxie caminó rápidamente hacia ellos, tomando la mano de su esposa y ayudándola a levantarse. Blitzo se preparó para hacerlo por su cuenta y se sorprendió al notar la mano de Moxxie frente su rostro.

— Señor, voy a llevar al resto del equipo a comprar suministros de oficina. Ya sabe que a Loona no le gusta cuando yo escojo sus cosas. —El imp comentó con una sonrisa que buscaba darle ánimos— Y luego iremos a comer ¿Le parece bien?

— ...supongo. Pero no te olvides de mis lápices de colores. —Blitzo estiró su cuerpo y masajeó su cuello maltratado.

— Jamás lo haría, señor. —Moxxie prometió y tomó la mano de su esposa.

Ellos salieron de la oficina.

Y lo dejaron a solas con Stolas.

Ambos se miraron, escuchando como Loona se quejaba en voz alta de tener que irse y cómo M&M la convencían de que era una buena idea. Stolas sonrió al oírlos y se sentó en el sofá. Ese que Blitzo había conseguido para cuando Stolas fuese a la oficina y pudiese estar relativamente cómodo. Él acarició su gargantilla, intentando sacar algo de esa suerte cósmica que esta tenía y recordando todo lo que Stolas había hecho por él cuando no tenía ni debía hacerlo.

Una de esas voces destructivas en su mente le dijo que no se trataba de nada emocional. Eso era lo que los ricos hacían con sus amantes. De ahí que existiera el término «Sugar Baby». Mucho más adecuado para su—

— Joder. —Blitzo gruñó y notó cómo eso ponía en alerta a Stolas— No, no tú. Es... —Él se contuvo de sonreír nervioso y forzar bromas. En su lugar, tocó su frente, dándose unos golpecitos con el pulgar— Es contra mí.

— Oh... —Stolas asintió y sonrió ligeramente— Entiendo eso.

Blitzo asintió forzosamente ¿Qué carajo estaba haciendo? Él se sentó en el sofá y se sorprendió cuando Stolas tomó sus manos, acortando la distancia entre ellos.

Maldita sea...

No debía.

Si él lo hacía...

En serio no debía.

Caer Rápido ¦o¦ Caer FuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora