Sonrisa

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Blitzo era una terrible influencia porque la primera vez que había visto la curiosa mirada de Stolas sobre él mientras Blitzo baja de la cama, él supo que pasaría. Blitzo le aseguró que no se iría aún y solo necesitaba un cigarrillo. Blitzo no se sorprendió cuando saltó sobre la baranda y vio a la figura de Stolas abandonar la cama y buscar su bata. Blitzo chasqueó su lengua y negó. No era necesario que cubriera su cuerpo. Maldita sea, en realidad, a Blitzo le gustaba verlo así y distraer su mirada en la estética figura de Stolas y la forma en que sus plumas cambiaban de tamaño creando curvas apetecibles a la vista.

Él ya estaba pensando en qué indirectas le daría a Stolas para que la próxima vez que se vieran usara uno de esos escandalosos crop tops con escotes intricados que seguramente Stolas luciría como la fantasía del más depravador pecador. Sí, Blitzo era un hipócrita por quejarse de disfraces y luego soltar las suficientes sugerencias para que Stolas usara uno.

Blitzo esperó a que el príncipe estuviese a su lado y solo entonces sacó uno de sus cigarrillos. Él lo sostuvo entre sus labios antes de tomar su encendedor y dejar que la llama prendiera la punta entre caladas que dejaban salir el humor entre sus labios. Una sonrisa ladeada se formó en sus labios porque sabía que Stolas estaba mirándolo y como el desgraciado que era, Blitzo acortó la distancia entre ellos y dejó que el humo acariciara las plumas en el cuello de Stolas antes de ofrecerse a enseñarle a su alteza real cómo fumar. Stolas había aceptado con el mismo entusiasmo con el que lo haría un niño.

Terrible influencia.

A veces Blitzo necesitaba fumar.

Era una de las cosas que le había dejado Verosika. Un buen cigarrillo después de una larga maratón en las sábanas. Era gula pura, disfrutar de algo y luego darse un premio extra por haberlo gozado tanto. Pero era agradable, algo soberbio y malicioso. Blitzo lo encontraba agradable. Y al parecer Stolas solo fumaba con él. Por alguna razón eso ocasionaba en él una punzada de orgullo que una parte de Blitzo sabía que por mucho que quisiera alardear del tema, no lo haría.

Cuando Stolas hizo un ligero comentario de que el aroma se quedaba en su cuerpo por mucho tiempo y desentonaba con su colonia y aceites corporales, Blitzo supo qué hacer. Y hacerlo porque en verdad le gustaba el aroma de Stolas. Porque cualquiera apreciaría que su amante tuviese una fragancia tan agradable que cambiaba de tonos acorde su cuerpo se calentaba ¿No? Así que Blitzo llevó a Loona en una cacería de cigarrillos, aprovechando el buen olfato de su hija y ambos decidieron que la mejor opción era también la visualmente más elegante.

La presentación era de un negro azulado, con una banda dorada a la altura del filtro. El sabor era perfecto, una mezcla entre cigarrillo y el picante del anís. Así que Blitzo compró algunos de ellos y la siguiente vez que estuvo con Stolas, encendió uno para que el aroma los rodeara. El efecto fue el indicado, porque el príncipe pareció estar bajo un hechizo por el aroma y se emocionó por la elegancia de la presentación. Blitzo se felicitó mentalmente a sí mismo.

Luego, cuando se encontró sonriendo por la forma en que Stolas había reaccionado, Blitzo se recordó que era parte del servicio que daba a cambio del libro. La satisfacción del cliente ¿No? Y, por otro lado, un pequeño detalle como cigarrillos podía fácilmente pasar como algo que iba incluido en el aftercare. Porque Blitzo podía ser muchísimas cosas, pero sabía respetar las reglas de una escena íntima intensa, antes, durante y después. Con lo que Blitzo no tenía excusas era el efecto que tenía ese pequeño ritual entre ellos. Y la manera en que su corazón se aceleraba con anticipación. Por suerte, era fácil para él ocultarlo.

Blitzo sacó uno de los cigarrillos y lo llevó a su boca, balanceándolo con la suficiente presión para retenerlo ahí mientras tomaba su encendedor y el fuego aparecía. La llama danzó entorno a la punta mientras él inhalaba y el sabor concentrado a tabaco y anís llenaba su sistema, quemando su paladar. Siempre la primera calada era demasiado fuerte y Blitzo estaba seguro de que Stolas no la disfrutaría. Él guardó su encendedor, dejando que el humo entrase y saliera de su sistema un par de veces mientras sentía cómo Stolas acortaba la distancia entre ellos. Cuando la sensación del tabaco y anís estuvieron equitativos, Blitzo retuvo un poco del humor en su garganta y sostuvo el cigarrillo entre sus dedos en dirección del príncipe. Stolas enganchó su mirada en él, entrecerrando los ojos de esa forma que debería ser ilegal por los efectos que ocasionaba en Blitzo. Pero él se concentró en sostener el cigarrillo hasta que Stolas lo capturó con su pico. Pero Blitzo no lo liberó aún. Él sintió como el cigarrillo se calentaba bajo sus dedos, lo que significaba que Stolas estaba tomándose su tiempo. Blitzo lo soltó justo a tiempo para que Stolas dejara de mirarlo y girara el rostro para permitir que el humo ascendiera hacia el techo. Blitzo lo imitó, dejando que el humo retenido quemase su garganta en el proceso debido al anís. Sin girarse, Stolas lo miró y sonrió.

Maldito pájaro atractivo.

Y que se joda su sonrisa condenadamente sexy.

Ya era lo suficientemente malo que Blitzo quisiera sacar su cámara y tomar una foto. Justo en ese segundo. Mientras Stolas tenía su mano elegantemente recogida para sostener el cigarrillo, su torso estaba arqueado indecentemente hacia atrás y su perfil era la satisfacción de una buena noche. Stolas estaba despeinado, sus plumas apuntaban a diferentes lados y aún lucía cansado. Las plumas blancas de sus mejillas, cerca de su pico, estaban levantadas porque Blitzo disfrutaba de sostener el rostro de Stolas justo ahí mientras lo miraba fijamente en los momentos más decadentes ¿Cómo alguien podía lucir tan hermoso cuando se suponía que era un desastre?

Jodida sonrisa.

Stolas extendió el cigarrillo en su dirección, apuntándolo de tal forma que Blitzo se estiró y pudo fumar. Los dedos de Stolas estaban levantados en forma de V, con el cigarrillo entre sus dedos y los ojos del príncipe parecían querer devorarlo. Blitzo agradeció que no era el único afectado ¿Qué tan delatador sería preguntarle a Stolas si tenía hechizos de lujuria en esa habitación? Porque a veces Blitzo se sentía demasiado incómodo con lo mucho que deseaba a alguien a quien se suponía que solo debía coger por negocios. Pero en su lugar, Blitzo se separó lo suficiente para separar sus labios y lamer el aire entre los dedos de Stolas mientras el humo de tabaco cubría temporalmente su rostro.

La mirada de Stolas se oscureció y lo empujó sobre la cama, haciéndole reír entre dientes. El príncipe apagó el cigarrillo contra uno de sus cuernos y cubrió a Blitzo con su cuerpo.

— Espero que esto signifique que aún tienes tiempo. —Stolas levantó su rostro y le sonrió de lado.

Blitzo se encogió de hombros y volvió a lamer el aire. Porque estaba seguro de que, si en ese segundo intentaba decir algo, lo único que iba a lograr era ponerse en ridículo. Así que prefirió seducir a Stolas.

Maldito demonio con su sexy sonrisa.

Caer Rápido ¦o¦ Caer FuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora