Frío

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Stolas despertó por el murmullo constante. Él se estiró en la cama, sintiendo sus plumas acariciarse contra la suavidad de las sábanas. Una sonrisa se formó en sus labios cuando notó que Blitzo estaba aferrado a su cuerpo con cada una de sus extremidades. Stolas recordaba que la primera vez que eso había pasado, él había creído que Blitzo podría asfixiarse entre su plumaje así que había pasado horas oyendo al imp respirar calmadamente. Y, aun así, a pesar de noches enteras como prueba irrevocable que Blitzo no se ahogaba de esa forma, Stolas seguía temiendo, pero no lo suficiente como para atreverse a preguntarle a Blitzo y arruinar ese momento tan perfecto.

Él había aprendido la lección rápidamente. Si Stolas hacía las preguntas equivocadas, Blitzo simplemente detendría sus acciones con alguna excusa bastante lamentable. Era como si cada paso que ellos dieran en la dirección que su corazón se encontraba, Blitzo necesitaba dar unos cuantos hacia atrás. Stolas sabía que lo que los mantenía unidos era el sexo y solo sus sentimientos anhelaban algo que él no podía atreverse a decir en palabras. Así que Stolas callaba, porque era un cobarde y temía perder algo que jamás había experimentado. A diferencia de Blitzo que podía ser ridículamente sincero sobre sus emociones más vergonzosas y tan críptico sobre aquellas que debían ser hermosas.

Ambos eran un desastre.

Verosika...

Ese nombre...

Stolas sintió como si alguien hubiese atrapado su cabeza y la hubiese sumergido en agua helada. Blitzo se frotó contra su cuerpo, su pequeño cuerpo enterrándose más entre las plumas más largas de su pecho y él murmuró algo más. Stolas tuvo que esquivar los cuernos de Blitzo cuando este movió su rostro de un lado a otro, luchando contra sus sueños.

Verosika...

Era como si ese nombre fuese una soga que estaba rodeando el cuerpo de Stolas y buscase destruirlo. Él se asqueó de su propia hipócrita ¿No era él quien estaba casado? ¿No era Blitzo su amante? Stolas era el que había acordado una transacción entre ellos que lo beneficiaba con momentos como esos ¿Por qué se sentía aterrado al oír el nombre de otra persona en los labios del imp? Tal vez porque era un llamado. Casi un ruego. Los brazos de Blitzo se aferraron con más fuerza a su cuerpo y Stolas se atrevió a acariciar el espacio entre sus cuernos, viendo como Blitzo se relajaba y parecía reír silenciosamente.

¿Él estaría soñando con Verosika? ¿Blitzo estaría recordando los buenos momentos que habían pasado? Stolas no sabía mucho de la relación que ellos habían tenido. Obviamente era algo que hería a Blitzo, al punto de preferir odiar a su ex y no entrar en mayor detalle. Pero por lo poco que sabía, Stolas se había percatado que las fechas jamás coincidían. No había sido una relación con un inicio o final claro. Tal vez habían vuelto incontables ocasiones.

Tal vez eventualmente volverían.

Ese tipo de romances como de novela que estaban llenos de pasión y destrucción que tanto amaban los lectores.

En una de sus visitas a la oficina de Blitzo, días después del incidente con Verosika, Moxxie había compartido con Stolas, a lujo de detalles, las interacciones de Blitzo con la famosa súcubo. En su momento, Stolas había aportado con los comentarios exactos para inspirar a Moxxie lo suficiente para que le dijera todas sus opciones y deducciones atrás de muy complicada taza de café que Stolas le había comprado sin que Moxxie supiese que era un soborno por información. Stolas sospechaba que hasta ese día el imp no se había dado cuenta de su pequeña manipulación. Pero lo que Stolas sí había rescatado de toda esa charla era que obviamente Verosika resentía a Blitzo y de la forma en que un corazón herido y aún fácil de lastimar podía odiar.

Ella debía odiar amarlo.

Pero eso significaba que Blitzo y ella podrían volver en cualquier momento.

Caer Rápido ¦o¦ Caer FuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora