Regalo

1.1K 106 21
                                    

Blitzo bajó de la góndola, revisando su atuendo. La chaqueta de cuero era nueva, uno de los pocos regalos que había permitido a Stolas comprarle porque el muy astuto príncipe había dicho que técnicamente era un regalo para él ver a Blitzo usarla. Esta vez no había optado por nada debajo de esta, sintiendo la brisa nocturna tocar su torso. Su mano se cerró en la caja en el bolsillo interno de la chaqueta y respiró hondo, entrando a MoonGold. La serie de hechizos protectores se deslizaron sobre él como una corriente de electricidad. En otras circunstancias Blitzo se quejaría de este tipo de protecciones extra, pero en entornos como estos, esa sensación de hormigueo era reconfortante. Lo hacía sentir que estaba contribuyendo en la seguridad de Stolas.

Él lugar ya estaba abierto al público, por lo menos para aquellos que habían nacido en el Infierno. La música era alta pero no molesta. El personal se movía entre los clientes con bastante discreción, Blitzo podía notar lo rápidos que eran para distinguir a quiénes tenían que dirigirse y a quienes no. Eran esas cosas las que le agradaban de este tipo de clubs ¿Qué importaba si él era un imp y Stolas un Ars Goetia? Nadie juzgaría su relación ni asumiría cosas solo por mirarlos. Para eso estaban las pulseras y los pins. Además, era agradable el saber que al pisar ese lugar no tenía que actuar inmediatamente a la defensiva por quién era o de dónde venía.

Una sonrisa se posó en sus labios al ver otros demonios disfrutar casualmente del nivel superior del club. Los juegos más intensos o sexuales se desarrollaban en otras áreas, pero había un sentido de pertenencia al ver a conocidos o extraños interactuar cercanamente simplemente porque se sentía bien. Un demonio tiburón descansaba en el regazo de un can infernal mientras este último conversaba casualmente con un íncubo.

Paraíso en el Infierno. Todo encajaba perfectamente ahí.

Blitzo recordó que una de las primeras cosas que había pensado de Stolas era que desde las profundidades del infierno algo había creado a Stolas para él. Por primera vez en su vida se encontró con un demonio que estaba a su altura referente a sus obscuros deseos y al mismo tiempo lo retaba a dar lo mejor y peor de sí mismo. Ese debió ser el primer momento en que Blitzo se debió dar cuenta que estaba en el abismo, a punto de caer por un solitario príncipe sin amigos y con una vida llena de sufrimiento. Blitzo se admitió a si mismo que tal vez si se percató de ello. Después de acceder al trato con Stolas, su siguiente encuentro íntimo había sacudido en Blitzo sus cimientos y sus instintos de preservación. Él no había huido. Sus dedos se habían entretenido acariciando las plumas del príncipe y su cabeza se había llenado de oscuros deseos al saber que Stolas lo recibiría con entusiasta placer. Blitzo había comenzado con la costumbre de dormir en la misma cama de Stolas, culpando a las suaves sábanas. Luego había ido a sus encuentros con antelación, llevando consigo cosas para entretenerse, en lugar de solo hacer su parte del trato. Desde el inicio, Blitzo había sentido que con Stolas estaba en el abismo, siempre a punto de caer, temiendo lo bien que se sentía al estar junto a Stolas.

En el escenario principal había un espectáculo sobre hielo. Demonios marinos estaban patinando con intensa música, haciendo piruetas en el aire, bailando eróticamente entre ellos, seduciendo al público, buscando dominar uno al otro y jugando con la propia audiencia en promesas de placer y expectativa. Blitzo notó la enorme diferencia que existía entre Ozzie's y MoonGold. Ozzie's ofrecía sexo, fantasías sexuales sin censura ni expectativa. Demonios femeninos en jaulas mostrando sus cuerpos. Directo y al punto. MoonGold era promesas y erotismo, aún ese pequeño espectáculo, donde un demonio se deslizaban por el hielo y luego era levantado en el aire por otros dos quienes lo bajaban lentamente, tocando su cuerpo con reverencia, fácilmente podía ser interpretado como alguien huyendo y siendo capturado o alguien buscando ser deseado y lográndolo. Todo era cuestión de perspectivas.

Blitzo se encaminó hacia el área administrativa, tomando un vaso con whisky de uno de los meseros y terminándolo para darse un poco de valor. Sus dedos palmearon la caja en su chaqueta y respiró hondo.

Caer Rápido ¦o¦ Caer FuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora