SAN WOO ────── san tiene un plan. saldrá del clóset en el día de los inocentes.
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San sonrió dejando una lluvia de besos en las mejillas de su novio, causándole risitas. Wooyoung se removió debajo suyo y trató de tomar su rostro para que dejara de besarlo.
―Nos van a oír, tonto ―dijo Wooyoung en un susurro, apretando los labios de San entre sí con sus dedos en pinzas.
―Son las tres de la mañana, es nuestro momento ideal... ―le susurró, pícaro, una vez que se soltó del agarre del menor.
San y Wooyoung llevaban saliendo más de un año, pero nunca le habían dicho nada a sus padres, a ojos de todo el mundo, ambos eran los mejores amigos... Claro que, cuando las luces se apagaban, encerrados en sus habitaciones, ellos eran amantes.
―¿Y si ellos creen lo mismo y se levantan a las tres de la mañana a follar? ―preguntó Wooyoung con algo de pánico en la voz.
San hizo una mueca.
―Tienen cuarenta años y viven juntos hace más de veinte, ¿crees que justo hoy que vienes a dormir van a hacer algo? ―preguntó San, pellizcando el trasero de su novio.
Era la primera vez que tenían una pequeña discusión acerca de ser atrapados. Últimamente, Wooyoung tenía mucho miedo.
El pequeño y hormonado Jung Wooyoung mordió su labio, pensativo. San se frotaba contra su pelvis hacia un par de minutos, estaba duro, húmedo y caliente, Wooyoung no estaba muy lejos de lo mismo, pero no quería hacer ruido. Sentía que sería muy evidente.
―Hablando en serio, Woo. ―San detuvo sus movimientos y susurró cerca de los labios ajenos―. ¿No crees que sea momento de decirles?
―¿Decirles a nuestros padres...? ―preguntó y el pánico se le subió encima para ahorcarlo.
San asintió regalándole una sonrisa.
―¿Por qué? El año que viene iremos a la universidad, ya estaremos lejos de aquí...
―Amor, ¿le tienes miedo a tus padres? ―San preguntó con genuina sorpresa.
Según él, los Jung eran de mente muy abierta.
―A los míos no, mi mamá es la mujer más salvaje en esa tierra, pero jamás tendría miedo de salir del clóset con ella. ―Wooyoung comenzó a jugar con la manzana de Adán de su novio distraídamente―. Me dan miedo los tuyos... ¿Y si tus padres me odian y me echan?
San soltó una risilla. Su dulce novio podría haber salido del clóset hacia tiempo, pero no lo había hecho por temor a que lo separaran de él.
―Jamás harían algo así. ―San aplastó las mejillas hinchadas de su novio y besó sus pomposos labios―. Ellos te adoran, y aunque nos les agrade la idea de que somos pareja, no podrán hacer nada al respecto.
