¿Alguna vez te has detenido a preguntarte cómo llegaste a donde estás ahora mismo? ¿Llegaste ahí siguiendo un plan perfectamente elaborado, o lo hiciste llevado de la mano por el azar en un camino pavimentado por la coincidencia?
Esa persona que conociste justo en el momento indicado, esa suerte que te acompañó cuando más la necesitabas, esa decisión que tomaste sin saber porqué... ¿Todo se debe a una mera casualidad, o es parte de una inexplicable causalidad?
Desde el principio de los tiempos, los seres humanos siempre han creído en la existencia de una fuerza sobrenatural superior a todo y a todos, un poder intangible e inalterable que tiene el objetivo de guiar nuestras vidas desde el momento en que nacemos para llevarnos a un fin que quizás no escogemos, pero al que es necesario que lleguemos.
Fatum, hado, sino, fortuna; llámalo como quieras, al fin y al cabo, todos estos nombres se refieren a una sola cosa... El destino.
Para los griegos y los romanos era una entidad suprema que dictaminaba lo que le ocurría tanto a hombres como a dioses. Para los musulmanes y los católicos es la voluntad inalterable de Dios y la razón por la cual somos creados desde un principio. Y para los budistas no es más que una simple palabra, pues todo lo que ocurre se origina en nuestra mente, y cada nuevo día es un nuevo comienzo.
En fin, los nombres y las creencias varían dependiendo de la cultura, la religión y la rama de la ciencia. La verdadera pregunta aquí es: ¿realmente existe? ¿Cada momento de nuestras vidas está previamente establecido, o todo lo que vivimos es simple azar?
Tal vez estén pensando que nadie puede saber con certeza la respuesta a estas preguntas, pero ¿qué dirían si les dijera que yo sí?
Mi nombre es Austin Sloan, y esta es mi historia...
Antes de cualquier cosa, supongo que lo correcto sería presentarme y contarles un poco sobre mí. Así que hagamos un breve repaso...
Nací y crecí en el siempre bello y soleado estado de California, más precisamente en Los Ángeles. ¡ARRIBA LAKERS!... Sí, no sé porqué dije eso; digo, ni siquiera veo basketball.
Mi hermano y yo solíamos vivir en una pintoresca y acogedora casa en Santa Clara Avenue, en Oakwood. Probablemente no sepan de qué les hablo; la mayoría solo conoce Santa Mónica, y no los culpo. Pero Oakwood también es lindo, un buen lugar para crecer: vecindario agradable y tranquilo, un centro de recreación a pocos minutos (solíamos pasar mucho tiempo allí), alejado del caos de los sitios turísticos y, al mismo tiempo, cerca de todos los lugares interesantes. Vivíamos ahí con nuestros padres, Caitlin y Noah; y nuestras hermanas, Kelly y Nia.
La verdad, no hay demasiado que destacar sobre mi familia. Mamá y papá se conocieron cuando apenas iban en la universidad, me tuvieron a mí, luego se casaron, tuvieron un montón de pequeños más y han dedicado sus vidas profesionales a trabajar como parte del equipo de reporteros estrellas del News 1, el canal de noticias más importante de la costa oeste. Con respecto a mis hermanas... Bueno, no son seres demasiado interesantes. Kelly nació tres años después de mi hermano, va en la secundaria y es parte de una academia de danza. Luego está Nia, a quien mis padres tuvieron bastante después de Kelly. Lo único que hace esa niña es ir a la escuela y pelear con mamá para no lavarse los dientes por la mañana.
Finalmente, la persona en la que sí vale la pena ahondar (porque es parte fundamental de esta historia) es mi hermano: Jake. Un pequeño y encantador chico al que todos aman y adoran, el cual fue traído a este mundo diez meses después de mí.
«Austin, ¿que no se supone que se debe mantener un reposo de las relaciones después de dar a luz». Sí, bueno... Yo no soy la persona a la que tienen que decirle eso.
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Half Blood: Destiny - Afterlife
FantasyDespués de una vida de burlas, decepciones y rechazos, un adolescente con una terrible actitud es chantajeado por sus tres amigos para emprender un viaje al bosque en la víspera de su cumpleaños número diecisiete. El objetivo era sencillo: tomar fot...