¡Quiero un abogado!

43 5 0
                                    

La camioneta avanzaba por la autopista, desequilibrada, sin una puerta, perdiendo velocidad y generando un horroroso chillido, producto del choque entre el metal del rin y el asfalto. En un segundo, nuestras posibilidades de ser atrapados habían pasado de 0 a 99.9%.

Los guardias se acercaban a nosotros a gran velocidad, y las muecas de preocupación en nuestras caras no estaban ayudando a encontrar un plan para escapar.

—¡VE MÁS RÁPIDO! —le ordené a Kate con un grito desesperado.

—¡ESO INTENTO! —respondió, golpeando el volante con frustración.

—¡QUE ALGUIEN HAGA ALGO! —suplicó Jake.

Mientras continuábamos gritándonos los unos a los otros, Fuiiish... Una bola de fuego del tamaño de una pelota de baseball entró por el vidrio trasero, cruzó por el medio del auto, muy cerca de todas nuestras cabezas, y salió por el parabrisas. Tras ver el incandescente proyectil que había pasado volando junto a nosotros, un repentino silencio se creó, dando paso a un intercambio de ojipláticas miradas y, posteriormente, a una serie de gritos alarmados.

—¡YA BASTA! —gritó Jake con firmeza—. ¡Todos tenemos que calmarnos!

—¡¿Cómo esperas que nos calmemos?! ¡Nos están lanzando bolas de fuego! —exclamé, haciendo movimientos frenéticos con mis brazos.

—Es magia elemental. Procuren que no los golpeen con una de esas; los incineraría al mínimo contacto —comentó Tea.

No sé qué opinen ustedes, pero ese no es el tipo de cosas que le dices a alguien que está en pánico. Ni bien terminó de hablar, me escurrí por mi asiento hasta llegar al suelo y me puse a cubierto. Teagan me haló por la camisa y me levantó.

—No es tiempo para esconderse. Necesito que me ayudes.

—Que te ayude Jake. Yo me vuelvo a la seguridad de mi refugio. —Le sonreí y me dispuse a esconderme de nuevo. Mientras me agachaba, el anciano nos arrojó otra bola de fuego, la cual atravesó el metal de la maleta y se detuvo tras abrir un agujero en la espalda baja de mi asiento, haciendo que este empezara a arder en llamas justo frente a mi cara. Con los ojos abiertos de par en par, volví a subir rápidamente y me arrimé junto a Tea—. Ya no me gusta mi escondite.

Aún con el fuego propagándose por toda la parte trasera de la camioneta, Tea se tomó el tiempo de llevarse las manos a la cara y menear la cabeza.

Neo-àbsthaire teinere —pronunció, poniendo la mano sobre las llamas. Tea no hizo ni la más mínima mueca de dolor; el fuego, tan abrasador que me hacía sentir que iba a derretirme, no le hacía ningún daño. En un abrir y cerrar de ojos, las llamas fueron absorbidas por la mano de Tea hasta desaparecer.

—Tea, ¿puedes hacer algo para bloquearles el camino? —indagó Jake, quien miraba a Tea con gran sorpresa.

Ella dudó un instante antes de dar su respuesta.

—Eso creo...

—No me convence ese tono, pero tendremos que trabajar con eso —dijo él—. Austin, distraigamos al hechicero. Tenemos que hacer que nos lance las bolas de fuego a nosotros para que Tea pueda hacer su magia —indicó de forma apremiante.

—Jake, no me gusta como suena ese plan —comenté desconfiado.

—¡Muévete, Austin! —mandoneó él.

—¡Bueno, está bien! ¡Pero no me tienes que gritar!

Con cuidado, Jake se pasó al asiento trasero y empezó a darle patadas a la puerta del otro lado. Kate se lo quedó viendo por el retrovisor.

Half Blood: Destiny - AfterlifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora