Nunca es tarde para cambiar

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La sangre en nuestras venas se había helado hasta el punto de conseguir que incluso el aire que nos rodeaba se sintiese gélido y tenso, volviéndolo en la temperatura ideal para acompañar al silencio sepulcral que se había creado tras las últimas palabras de madame Casterlain.

No conforme con que había muerto dos veces la noche anterior, ahora la abuela me decía que debía beber sangre humana si no quería morir... ¡de nuevo! Digo, ¿quién fue el genio al que se le ocurrió que no bastaba con ir al más allá una vez? ¿Por qué demonios dejarían volver a alguien a la vida solo para decirle que hay una posibilidad de que estire la pata permanentemente? ¡Es estúpido!

Cuando por fin logré salir de la conmoción, me levanté de mi asiento, alterado, corriendo la silla hacia atrás de forma estruendosa y golpeando la mesa fuertemente con ambas manos.

—¡HE LUCHADO MUCHO COMO PARA MORIR AHORA! —grité a todo pulmón.

Todas las personas en el restaurant voltearon a verme, dirigiéndome miradas despectivas y cargadas de incomodidad.

—¡Eh, niño! —exclamó uno de los chefs desde la cocina. Tenía la voz de alguien que se fumaba entre dos y tres cajetillas de cigarrillos al día—. ¿Todo en orden?

Me quedé paralizado al ver que todos los ojos estaban clavados sobre mí. Jake se levantó de su silla con una gran sonrisa en su rostro.

—Por supuesto. Todo en orden —respondió por mí—. Pedimos disculpas por el alboroto. —Me dio una palmada en el hombro y, después de arrastrar mi silla de vuelta a su lugar, se sentó nuevamente.

Volví a tomar asiento, tranquilo y con la cabeza gacha, esperando a que las personas terminasen de verme y cuchichear entre ellas para poder continuar con mi escena de drama e histeria.

—¡No planeo morir! —protesté entre dientes.

—Austin, no vamos a morir —dijo Jake en tono impasible, masticando un par de papas fritas—. Ya escuchaste a madame Casterlain: solo debemos beber sangre y luego todo estará bien.

—¿Están seguros de que quieren hacerlo?

—¡Sí! —respondí con firmeza, a diferencia de Jake, quien aún no lucía del todo convencido.

—Me preocupa eso de convertirnos en criaturas sobrenaturales con posibles tendencias asesinas. Pero, llegados a este punto, ¿qué otra opción tenemos? Por el bien de todos, decido creer que seremos capaces de controlar esto.

Madame Casterlain trató de disimular la mueca de preocupación que se había dibujado en su rostro.

—Austin, ¿ estás completamente seguro de querer esto? —preguntó una vez más, de forma más enfática.

—¿Por qué me lo vuelve a preguntar, abuela? Ya le dije que sí.

Preocupada, madame Casterlain dejó escapar un aliento.

—Bien... Hagámoslo entonces.

Tomé el brazo de madame Casterlain y, como un policía con una rosquilla recién comprada, me dispuse a pegarle un buen mordisco. Esta me detuvo dándome un golpe en la cabeza con su mano llena de anillos.

—¿Qué crees que estás haciendo, jovencito? —Retiró el brazo.

—Bueno, ¡auch! —exclamé, frotándome donde me había golpeado—. Usted nos va a dar un poco de su sangre, ¿no?

—Pero por supuesto que no. No seas ridículo.

—¿Entonces de dónde vamos a sacar la sangre? —averiguó Jake, limpiándose el contorno de la boca con una servilleta de papel.

Half Blood: Destiny - AfterlifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora