A la fuga

57 4 2
                                    

Quisiéramos o no, estaba hecho: habíamos dejado todo atrás y ahora debíamos emprender rumbo hacia lo desconocido. Un nuevo capítulo de nuestras vidas estaba a punto de ser escrito, y, por desgracia para nosotros, quien quiera que fuese el escritor de nuestras vidas no tenía planes de hacerlo mejor que el anterior.

Cabizbajo, caminé hacia Jake, quien me esperaba en medio de la acera con una media y apagada sonrisa que buscaba (sin mucho éxito) disimular su aflicción.

—¿A dónde vamos ahora? —me preguntó.

—No tengo idea. No llegué a pensar en eso.

—Estás bromeando, ¿no? —Me miró, esperando que dijera algo, pero lo único que hice fue menear la cabeza. Ambos nos quedamos callados por un instante. Él no daba crédito a sus oídos, y yo realmente no sabía qué más decirle—. Austin, ¿qué está mal contigo?

Pretendiendo que no me había ofendido en lo absoluto escuchar eso, me llevé una mano al mentón en pose pensativa.

—¿A parte del hecho de que soy un asesino noctámbulo con problemas de control? No lo sé, tú dime. —Pasé por su lado, propinándole un golpe con el hombro, y eché a andar por la acera sin siquiera reparar en el camino que tomaba

Jake suspiró.

—Sabes que no estoy hablando de eso. Me refiero a que nos hiciste dejar la casa y...

Me frené en seco apenas las palabras salieron de su boca. 

—¿Nos hiciste dejar la casa? —repetí indignado. Me di la vuelta, aunque no quería ni verlo—. ¡Yo no te pedí a ti que dejaras nada! ¡Es más, ni siquiera quería que vinieras conmigo en primer lugar! Podrías haberte quedado, ¡pero nooo! Tenías que venir para poder seguir demostrándole al mundo lo increíble, perfecto y solidario que eres.

—Austin... —Jake trató de acercarse un poco.

—No te atrevas a tocarme —le dije, levantando el puño en señal de amenaza. Volví a girarme y empecé a caminar—. Camina un metro detrás de mí. No te quiero más cerca de lo necesario...

—¿Hablas en serio? —preguntó él. Mi silencio y paso firme se encargaron de responderle por mí. 

La estruendosa bocina de un auto comenzó a sonar a nuestras espaldas: ¡BIIIP, BIIIP, BIIIP...!, tocaba el conductor de forma incesante. El auto no estaba tan cerca de nosotros, y, aun así, el ruido me producía un horrible dolor en los tímpanos. Me llevé las manos a las orejas para taparme los oídos y bloquear un poco el ruido. Seguí avanzando. Conforme el auto se acercaba, la bocina sonaba más y más fuerte. Disgustado, arrugaba la cara y apretaba los dientes a más no poder.

¿A quién demonios le estaba pitando? La calle estaba totalmente despejada. El sol me dio directo en la cara cuando me volví a ver qué ocurría, dificultándome reconocer las figuras. Sin embargo, sí alcancé a vislumbrar que una gran camioneta blanca con los vidrios oscuros iba hacia nosotros a una velocidad de espanto; y cuando digo que iba hacia nosotros, me refiero a que se acercaba con aparente intención de atropellarnos.

Siguiendo mi instinto, me lancé hacia un lado para evitar ser arrollado. Caí de lleno sobre los contenedores de basura de mi casa, haciendo que estos se volcaran y se saliera todo lo que tenían dentro. La camioneta frenó de golpe al llegar frente a mí, como si aquello hubiese estado perfectamente planeado. Veía, con la respiración todavía agitada, la parte delantera de la camioneta a escasos metros de mi cara: se había quedado aparcada en diagonal entre la acera y la calle. No pude evitar sentirme como un tonto al ver que, a diferencia de mí, Jake no había saltado para salvar su vida.

Las puertas del piloto y el copiloto se abrieron en perfecta sincronía, dando paso para que las tripulantes bajaran del vehículo. Desbordando estilo, ambas caminaron hasta el frente de la camioneta y se apoyaron en los costados de la misma. 

Half Blood: Destiny - AfterlifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora