Prólogo

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Pienso en mi undécimo cumpleaños todas las noches.

Soplé las velas junto a Marvin al terminar de comer y le devolví la sonrisa a mamá, quien había partido el pastel en dos un año más: plátano para mi hermano, fresa para mí. Diez minutos después, ya estaba corriendo por los callejones en dirección a la casa del cuarto árbol más cercano a la puerta trasera del castillo. La adrenalina y el ansia de saber cuál era la sorpresa que nos había preparado Asher me colocaron una venda en los ojos y una cuerda delante de los tobillos. Lo que en un principio iba a ser un recuerdo cálido más que proteger en mi memoria como un tesoro, terminó convirtiéndose en esa sombra que te empuja al borde del precipicio cuando te pilla distraída y te asegura que sigues aquí, despierta, antes de lanzarte a la oscuridad del vacío.

Tropecé con una piedra y caí al suelo del bosque, apoyando todo el peso de mi cuerpo en una muñeca que no era lo suficientemente fuerte para hacerlo y rasgando la piel de mis rodillas con el impacto que vino después. De los siguientes quince minutos, solo soy capaz de acordarme de las lágrimas que se amontonaron en mis ojos y que resbalaron por mis mejillas finalmente cuando me encontraron mis hermanos. Sentada, echa un ovillo, con la cabeza entre los brazos y el pánico abalanzándose sobre mí.

Fue la primera vez que me salté las normas. Justamente, me salté la única norma imperdonable para un guardián del agua.

Entonces entendí por qué la gente miente.

Fecha de publicación: 22/08/2022

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