Capítulo 12

398 35 5
                                    


12| LÍMITES

Después de haber pasado la noche en casa de Eryx, Eros y yo volvimos a mi casa, en silencio. A medida que empezamos a acercarnos a la vivienda, vislumbré a alguien parado en medio de la calle, justo delante de mi puerta. Eros siguió caminando con normalidad y saludó a la persona en cuestión.            

Una oleada de miedos me golpeó en la cara.

Era Fénix.

El rey de Ignis estaba esperándonos fuera de casa a primera hora de la mañana, cuando se suponía que debía de estar junto a Klaus, acompañándolo hasta la muralla fronteriza. Objetivamente, que estuviera aquí no podía traer nada bueno consigo. O venía a ver a Eros o venía a verme a mí.

La segunda opción era la más probable. Y la que menos me gustaba.

—Buenos días, Xena —saludó—. Me gustaría hablar contigo, si no te importa.

Tragué saliva. Estaba preparada para correr y correr y correr.

—De acuerdo —respondí finalmente, intentando mostrar una seguridad que no tenía—. Vayamos dentro.

—Date una vuelta por ahí, Eros —pidió con amabilidad—. Es un asunto que no te incumbe.

Busqué sus ojos azules. Quería que se quedara.

—Bien. Volveré en un rato.

Lo vi alejarse por donde habíamos venido y mi corazón empezó a latir desenfrenado. No tenía ni idea de qué iba a decirme el rey ni tampoco de cómo debería responder a lo que me dijera. Estaba tensa, inquieta y asustada. Si cualquiera de mis hermanos estuviera aquí, se aseguraría de que nadie notara lo que sentía y mantendría la calma.

Pero yo no sabía hacerlo.

—Supongo que debes tener muchas preguntas porque no me esperabas aquí a estas horas, ¿me equivoco? —el mayor tomó asiento en el sillón rojo tras cerrar la ventana del dormitorio. Ya no tenía por dónde escapar.

—En absoluto. Estoy un poco confundida, su majestad.

—No tienes de qué preocuparte. Lo que he venido a decirte es algo que probablemente te hará ilusión —fruncí el ceño. Cada vez estaba más y más confundida—. He estado hablando mucho con Eli los últimos días. Espero que no te moleste saber que hemos hablado de ti. ¿Recuerdas aquello que te comenté sobre la situación en el grupo uno?

Negué con la cabeza.

Estaba tan nerviosa que ni siquiera recordaba mi nombre.

—Tranquila, te lo recuerdo. Te comenté hace un tiempo que Cosme era el candidato más apto para transferirse al grupo dos, pero lo retrasamos para ver cómo se comportaba contigo y vimos que te adaptaste bastante bien a su manera de combatir —asentí y dejé que continuara—. Tras ver cada uno de los combates que has tenido con él, llegamos a la conclusión de que era momento de hacer el cambio. Además, tuvimos en cuenta tu gran avance y pensamos que sería una buena idea hacerte una pequeña prueba y así pasar junto a él al segundo grupo.

No tenía palabras.

Entré en casa esperando un castigo y, por alguna razón, estaba recibiendo un premio.

—¿Qué te parece? —prosiguió—. Esta prueba no la harías con Cosme, claro está. No nos interesa alimentar los problemas personales que tenéis. Por eso, había pensado que podrías hacerla con Eros. He visto que tenéis una buena relación y él tiene experiencia suficiente para esto.

Antes de la discusión, podía decirse que éramos amigos.

Después de la discusión, volvíamos a ser el vigilante y la forastera.

IgnisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora