19| LA VISITA DEL MIEDOEl final de la semana llegó y, con él, las brisas gélidas del otoño aproximándose por las esquinas. No había dejado de llover desde que Eros me confesó quién era su hermano mayor, cuál era su historia y dónde estaba. No obstante, ni él ni yo estuvimos cabizbajos en ningún momento. A diferencia de la ferocidad de las gotas de agua que impactaban en las calles del reino y del caos que se había instalado en el exterior, dentro de las paredes de mi casa y también del castillo el ambiente entre nosotros fue verdaderamente acogedor.
La calma estuvo con nosotros.
—Buenos días, chicos —saludó el líder—. Lamento el retraso.
Fénix cerró la puerta de la sala sofocante y se colocó en el centro con las manos entrelazadas sobre su pecho. En su mirada había algo diferente a lo habitual, y me supuso un gran esfuerzo y un par de minutos descifrar que se trataba de una idea algo atrevida para el entrenamiento.
—Para terminar la semana de la mejor manera posible, me gustaría que uno de los veteranos pudiera mostrarle a los nuevos cómo se debe afrontar una de las peores situaciones en la que os podéis encontrar cuando el fuego forma parte de vuestra vida: perder el control sobre él y sobrepasar vuestros límites.
Los guardianes avanzados se observaron entre ellos con sonrisas nerviosas, escondiéndose unos detrás de otros.
Ninguno parecía contento con la propuesta.
—¿Eros? ¿Quieres hacerlo tú? —sugirió.
Sabiendo que no podía optar por dar una respuesta negativa, el mencionado abandonó su lugar junto a mí y caminó hasta alcanzar la posición del líder. Los demás guardianes suspiraron de alivio, mientras Eros se deshacía del sueño y reemplazaba su semblante sereno por uno serio. La única ocasión en la que vi esa mirada sombría, fue durante los minutos del combate en el que nos enfrentamos el uno al otro.
—Bien. Sabes lo que tienes que hacer, ¿verdad?
Se limitó a asentir con la cabeza y extender sus brazos delante de su cuerpo, preparándose para lo que venía. Las palmas de sus manos dejaron escapar el fuego que rugía con fuerza y, segundos después, una gran esfera quedó suspendida en el aire, delante de su torso.
—Este ejercicio no tiene la finalidad de haceros caer rendidos, ni de agotar vuestras energías. No solemos hacerlo mucho y, si lo hacemos, suele ser el último día de la semana, para que tengáis tiempo suficiente para reponer fuerzas —explicó, apartándose unos pasos de la figura del rubio, quien se había aislado en una burbuja y no parecía estar centrado en nada que no fueran las llamas sobre sus manos—. Ser capaz de llegar al límite y deshacer tus pasos para volver a retener cada emoción supone un gasto de energía superior a cualquier otra acción, a cualquier otro ejercicio. Sin embargo, confío plenamente en que es lo mejor que puedo enseñaros.
Eros cerró los ojos, aumentando conscientemente la fiereza de las flamas que iluminaban su rostro y le daban un tono rojizo a su piel. Su pecho subía y bajaba cada vez más rápido a medida que sus dedos se curvaban hacia arriba y el fuego crecía desmesuradamente.
—Cuando uno pierde el control sobre sí mismo puede dañar al enemigo, pero también al aliado —continuó el líder—. Hasta puede llegar a dañarse a él mismo. Por esa misma razón necesitamos conocer nuestros márgenes y saber cómo podemos alejarnos de ellos. El control es un factor clave para poder mantener la calma en situaciones de riesgo; y la calma, el pilar fundamental de las batallas. No gana el más fuerte, ni el que más soporta, sino quien es capaz de ver más allá del momento y analizar cada pequeño detalle de la situación. Una vez sepamos esto, no habrá nada ni nadie que pueda frenaros.
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Ignis
FantasyGUARDIANES DE LA LUZ, I Runar, el nombre de mi padre, significa secreto. Seguramente, quien decidió ese en vez de otro nunca hubiera imaginado que años más tarde le haría justicia de tal manera que ni una sola persona de todo el archipiélago Eiríni...