23 | ANTES DEL DESASTREEn los días posteriores a la fiesta de otoño de Ignis, los entrenamientos se cancelaron. Todos los guardianes fuimos al castillo cada mañana para ayudar al rey y a los suyos a volver a la normalidad. La doctora Rita estuvo por allí, también su hermana, Doxa. Ambas eran muy parecidas físicamente, pero a Rita se le daba un poco mejor tratar con los futuros guardianes. Supuse que por todas esas veces en las que tuvo que ayudarles con las heridas en su clínica.
Las últimas noches, no había podido dejar de pensar en ella ni tampoco en esa prueba de sangre que me hizo en su debido momento. Quería preguntarle e informarme antes de irme para poder hacérselo a Marvin cuando volviera al reino del agua. Necesitaba saber si él también podría ser un guardián del fuego o si, por el contrario, sólo sería yo la que correría peligro dentro de las paredes del castillo por tener la sangre del enemigo corriendo por mis venas. No obstante, no tenía ni idea de cómo decirlo sin parecer sospechosa. Además, me costaba más de lo normal ver a guardianes como Rita con normalidad después de saber todo por lo que mi padre les hizo pasar hace años.
—Xena, te llama Fénix —avisó Olek.
Dejé lo que estaba haciendo y me aproximé lentamente hasta su posición. El rey estaba parado al final de las escaleras, con el ceño fruncido, intentando colocar algo en la pared junto a un boceto del exterior del castillo de su reino.
—¿Me buscaba?
—Sí. Ven, necesito consejo.
Evité cruzar miradas con el mayor y me negué a apartar la vista del retrato que estaba intentando colgar. Era el mismo que me había mostrado días atrás. El retrato de su hermana y la que sospechaba que era mi madre biológica. Amalia.
—¿En qué puedo ayudarle?
—¿Crees que es un acierto ponerlo cerca de la última planta? Era su lugar favorito, pero también me gustaría que todo aquel que pisara el castillo lo viera sin tener que subir hasta aquí.
—Si le sirve de algo, yo creo que debería ponerlo en un lugar significativo para ella y para usted —dije con sinceridad—. La mayoría de los guardianes ya conocen a su hermana y saben lo importante que es para el reino.
—Tienes razón, lo sé, pero una pequeña parte de mí sigue dudando —admitió, desviando la mirada al retrato nuevamente—. Muchos de los que serán futuros guardianes no conocen su historia, pero sí el ataque. Al final, siempre solemos obviar lo bueno y nos centramos únicamente en aquello que nos duele.
—El lugar en el que sitúe el retrato no le restará importancia a su hermana mayor. Estoy segura de que las futuras generaciones también sabrán la gran reina que fue.
—Lo pondré aquí, entonces. Gracias por la ayuda, Xena.
Bajé la vista al suelo cuando se giró en mi dirección.
—No hay de qué.
Volví rápidamente a mi lugar en la sala principal del piso superior, dejando escapar un sonoro suspiro.
Fénix había estado intentando mantener conversación conmigo desde aquel día, pero siempre me apresuraba a cortarla y evitaba cruzarme con él. Era muy complicado mirar a los ojos a alguien que me había mostrado sus vulnerabilidades y las grietas ocultas de su corazón. Mucho más sabiendo que mi familia había sido la causante y yo todavía seguía mintiéndole un día tras otro sobre quién realmente era.
—Xen, ¿has terminado? —Giré sobre mis talones, encontrándome con una Selene un tanto inquieta.
Ladeé la cabeza, confusa.
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Ignis
FantasyGUARDIANES DE LA LUZ, I Runar, el nombre de mi padre, significa secreto. Seguramente, quien decidió ese en vez de otro nunca hubiera imaginado que años más tarde le haría justicia de tal manera que ni una sola persona de todo el archipiélago Eiríni...