Antes de dejaros con el capítulo, me gustaría preguntaros si os está gustando la historia y qué opináis de mis protegidos, Eros y Xena. Ahora sí, a leer.
11| CONVERSACIONES A MEDIANOCHE
Los dos días siguientes fueron igual de nefastos.
No podía dormir por las noches, comía poco, me costaba mantener la calma y reprimía mis emociones tanto como la brecha en mi máscara me lo permitía. En el entrenamiento, la situación no había variado mucho, tampoco, pero sí lo suficiente como para que ninguno de los dos tuviera que volver a pasar por una charla del rey. Sin hablarlo, Cosme y yo acordamos bajar el ritmo. Aunque Eli seguía estando visiblemente enfadado con nosotros. En los descansos, estuve presente, pero nada de lo que me decían terminaba de llegar a mi cabeza. Y, cuando por fin entraba en casa, la tensión caía sobre mis hombros de nuevo.
—Buenas tardes, Xena.
Paré en seco tras cruzar la puerta de la sala.
El rey del fuego estaba en el pasillo, esperándome.
—Acompáñame, tengo algo de lo que hablar contigo —aclaró—. Eros estará en casa cuando vuelvas. No te preocupes.
Tragué saliva y seguí al rey en su camino. Cruzamos prácticamente todo el castillo en silencio hasta que abrió una puerta al azar en uno de los pasillos. Había alguien dentro.
—Pasa y toma asiento.
Al entrar, vi a Klaus sentado en una silla con los hombros tensos. Sólo entonces terminé de comprender la situación y por qué yo estaba involucrada en ella. Me dejé caer en la silla a su derecha, observándolo por el rabillo del ojo.
—Bien. Os he citado a ambos por razones distintas, pero que os relacionan en cierto punto —bajé la vista a mis rodillas inquietas—. Supongo que ya sabrás, Klaus, lo que tengo que decirte. Eros fue a avisarte de ello antes de lo esperado —el pelirrojo asintió con lentitud—. Saldrás hacia el sur cuando amanezca. Los detalles de la misión ya te los comentó Eros en su momento.
—De acuerdo, Fénix.
—A ti, Xena, te he traído para que puedas darle un poco de información a Klaus sobre el reino del agua. ¿Puedes hacerlo? —asentí. No estaba en posición de negarme—. ¿Cómo es Aqua?
—Grande. Un poco más que Ignis —expliqué—. El ambiente en sus calles es muy distinto al de aquí. En el sur las personas no suelen salir a la calle, tampoco sonríen a los guardianes. Todo allí es más... frío.
—Entiendo. ¿Sabrías ubicar el castillo?
—Justo en el centro, cerca de un edificio muy alto. Solía ir a verlo con mi familia antes de su muerte. Es bastante parecido al de aquí, pero su fachada está pintada de gris.
—¿Qué hay de Runar? ¿Sabes algo de su rey?
Me tensé. No quería hablar de mi padre con él.
—Si no recuerdo mal, es un hombre de estatura media, ojos azules y cabello negro. Según me contaron mis padres, presentó a un chico como su único hijo y heredero poco antes de que yo naciera. No sabría decir cuántos años tiene ahora.
—¿Lo has visto alguna vez? A su hijo, quiero decir.
Mentir, en aquel momento, se me hizo más difícil. No podía fingir que no había visto nunca a mi hermano mayor. Por suerte, éramos bastante distintos físicamente. Él se parecía más a nuestra madre; Marvin y yo, a nuestro padre. Si tenían la más mínima sospecha de que les había mentido, al ver a Asher con sus propios ojos dejarían de pensar en ella.
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Ignis
FantasyGUARDIANES DE LA LUZ, I Runar, el nombre de mi padre, significa secreto. Seguramente, quien decidió ese en vez de otro nunca hubiera imaginado que años más tarde le haría justicia de tal manera que ni una sola persona de todo el archipiélago Eiríni...