Willow
Presente...
A veces debemos ser el villano en la historia de otros para poder triunfar en este mundo lleno de injusticia. Eso no lo entendí hasta aquel día en el que nos miramos a los ojos por última vez. Lo más triste es que si para llegar a este punto tengo que ser su villana una y otra vez; lo volvería hacer con tal de ver a mis hijos felices y a mi lado.
Mis tacones repiquetean mientras avanzo hacia mi puesto de trabajo y reviso por decima vez mi teléfono para ver si tengo alguna llamada de Natalya. Los niños pescaron un resfriado que les está provocando una fiebre que me dejo preocupada cuando salí esta mañana de casa.
Tomo un trago de café con leche y le doy una corta sonrisa a Hanna mi compañera de trabajo más cercana. No solo porque trabajamos una frente a la otra, sino porque aquí nadie quiere saber de mí.
Lástima, porque tampoco me importa lo que puedan pensar.
Ser todavía la esposa de uno de los mafiosos más odiados no me ha dado mucha suerte que digamos. No me he perdido los cuchicheos de mis compañeros diciendo que a pesar de que lo entregue debo ser su cómplice. Piensan que aún tengo comunicación con él por ser madre de sus hijos y vivir con su hermana.
Lo bueno es que a mi jefe también le importa muy poco lo que digan porque me conoce. O por lo menos a la Willow del pasado. No creo que se imagine siquiera como es la del presente. Me siento en mi escritorio dejando los papeles que traía en manos encima de este y mi café con ellos.
—Buenos días, Willow—me sonríe una amistosa Hanna y ladea la cabeza—Veo que Zoa lo hizo de nuevo.
Dejo salir un suspiro de pesado y paso el dedo por la pequeña mancha de papilla que mi rebelde hija siempre se molesta en dejar en mi camisa de trabajo. Le gusta darle un recuerdo a mamá para que no la olvide; algo que es imposible porque llamo cada tres horas a casa. En los primeros días de trabajo me cambiaba, sin embargo, me cansé de hacerlo y ya vengo como esté.
—Sí. sabes que es muy cariñosa en cuestión a eso—le doy una pequeña sonrisa y luego miro la tableta donde tengo anotadas las tareas del mes que tiene mi jefe.
Hanna me cae bien. Si no no hablaria con ella, obvio. Pero no me gusta hablar mucho de mis hijos dada la situacion con su padre. Si no fuera por la policia hace mucho los hubiesen cazado. Sé que ganas no le han faltado a sus enemigos, pero por no quedar en una dirección fija del FBI se mantienen en su lugar.
O eso es lo que dice mi jefe.
Michael Hudson.
Mi ex de San Francisco.
Fue quien me contacto para que me metiera en la vida de... él. Me sorprendió mucho el nivel en el que estaba ya que se fue de San Francisco a Seattle con el sueño de ser policía. Nunca me imaginé que estaría con los grande de los grandes.
ESTÁS LEYENDO
El Deseo ©
RomanceLIBRO II «CADENAS» Las cosas ya no son como antes. Willow ya no es la chica que quería salvar al mundo. No es la misma que se atrevió a jugar con un hijo de la mafia más sangrienta y poderosa que ha conocido, viendo desde sus propios ojos el alcance...