Willow
Decir que estoy sorprendida es quedarse corto ciertamente.
Era una tarde tranquila dentro de lo que cabe hasta que mi amada suegra soltó la bomba. La sala de estar estaba decorada con luces tenues y una mesa elegante, cubierta de fina porcelana y copas brillantes. El ambiente se sentía tenso y expectante, sin embargo, a medida que el murmuro de las conversaciones llenaba el aire obviaron el momento.
Svetlana al no ser respondida suelta una risita y su marido la reprende con la mirada.
—El que calla otorga dicen por ahí—responde encogiéndose de hombros, un gesto poco visto en una mujer tan elegante como ella.
Se le nota de lejos a Pamela que quiere decir unas cuantas palabras, pero Alexey aprieta su mano y se mantiene en silencio.
Ya habíamos comenzado a saborear los exquisitos platos cuando, de repente, la puerta se abrió de par en par, revelando la figura de una mujer desconocida y un hombre que había visto vagamente en la fiesta donde me dieron la bienvenida como prometida de Alexey. La presencia de la mujer era cautivadora, con su cabello rizado oscuro que caía en cascada sobre sus hombros y su figura elegante envuelta en un vestido rosado ajustado.
Por la cara de disgusto de Svetlana me di cuenta de que ella no era muy bienvenida. ¿Pero quien realmente lo era para esta mujer?
—Vine a ver si era cierto que mi amigo más idiota ya no estaba encerrado en esas inmundas paredes—la voz del atractivo recién llegado resonó mostrando que además de su físico también su voz era cautivante.
Alexey abandona la mesa y los amigos se dan un fuerte abrazo palmeándose la espalda de esa manera característica de los hombres.
—Es bueno verte de nuevo, Alexey—le dice la acompañante de su amigo.
—Gracias, Vanessa. Comparto el sentimiento.
No es cierto.
Puede que ahora sea más hijo de puta que antes y sepa ocultar más sus emociones, pero por alguna razón que aún desconozco, la mente de este hombre está muy en sintonía con la mía y puedo saber si aprueba o no algo. No sé con certeza porque no le agrada tanto la presencia de esta mujer, pero que me parta un rayo si más adelante no lo averiguo.
La parejita toma asiento en la amplia mesa y luego de algunos saludos el que recuerdo cómo Marcus me mira pícaro.
—Es bueno verte también de nuevo, cagita de sorpresas. Me agrada saber que mis supersticiones eran ciertas, eres de las que aruñan—ríe y su novia le palmea el hombro reprendiendolo.
A estas alturas ya ninguna opinión me importa así que ni que se moleste.
Levanto la copa de vino al lado de mi plato y la levanto simulando un brindis y dándome un trago mortal de lo que creía sería más suave pero resulta que no. Es dulce, pero a la vez ardiente en la garganta y no puedo evitar que mi mente pecaminosa compare este vino con estar en a cama con el hombre que clava la mirada en mí mirándome con desaprobación.
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El Deseo ©
RomansaLIBRO II «CADENAS» Las cosas ya no son como antes. Willow ya no es la chica que quería salvar al mundo. No es la misma que se atrevió a jugar con un hijo de la mafia más sangrienta y poderosa que ha conocido, viendo desde sus propios ojos el alcance...