LIBRO II «CADENAS»
Las cosas ya no son como antes.
Willow ya no es la chica que quería salvar al mundo. No es la misma que se atrevió a jugar con un hijo de la mafia más sangrienta y poderosa que ha conocido, viendo desde sus propios ojos el alcance...
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Willow
Han pasado tres dias del incidente y no he salido de la habitacion a menos que sea de madruga por algo de comer o simplemente despejar la mente frente al ventanal que hay en la amplia biblioteca, descubriera luego de estar merodeando durante una de la tantas noches en las que no he podido consiliar el sueño,
No me he encontrado ni una vez con Alexey y lo agradezco. No quiero que me esté recordando cosas estupidas ahora menos que nunca que soy incapaz de no vigilar hasta lo que le de dan de comer a los mellizos. No estoy exagerando y nadie me convencera de lo contrario.
Muy confiable todos entre su gente, pero mis hijos significan que el legado Volkov continúa y entiendo que no solamente Donato querrá acabar con estos pobres seres que de lo unico que son culpables es de sobrevivir en el vientre de una madre depresiva y nacer.
Esta mañana una muy exasperante Svetlana entró a mi habitación para traer el desayuno de los niños y sorpresivamente el mío. Creí que se dedicaría a sermonearme por ser una cobarde ocultándome en esta habitación de lujo, pero solo me dedicó algunas palabras antes de irse.
—Todos digieren los proceso de formas diferentes. No te juzgo por estar encerrada aquí, lo único que puedo decirte es que no conseguirás nada de provecho en estas cuatro paredes que no sea llenarte la cabeza de cosas innecesarias—se dirige a la puerta y me miró por encima del hombro antes de salir—Alguien te esperará en hora de comida. Puedes bajar y reconfortarte, o quedarte aquí y seguir infligiéndote prejuicios.
Era una tarde soleada cuando me adentré a la sala de estar estaba decorada con elegancia, con una gran mesa cubierta de exquisitos manjares y copas relucientes.
Mientras buscaba un lugar vacío, mis ojos se encontraron con una figura conocida en el rincón de la sala. Mi corazón se aceleró y mi mente se llenó de sorpresa y nostalgia. Era ella, Morgan, esa vieja amiga con quien había compartido tantas aventuras en el pasado. Pero no habíamos tenido noticias una de la otra desde hace años.
Me acerqué cautelosamente, tratando de disimular mi emoción. Morgan me vio y, con una sonrisa cálida en su rostro, se levantó para abrazarme. El abrazo fue cargado de recuerdos y complicidad, un agradable consuelo en medio de este mundo peligroso de la Bratva en el que me sentido tan fuera lugar y del que he querido escapar con todas mis fuerzas.
Es tan agradable saber que ya no rechaza como lo hizo aquella tarde en la que cometí el error que nos separó.
Todos los ojos estaban puestos en nosotras mientras nos saludábamos efusivamente. Los murmullos de sorpresa y curiosidad llenaban la sala donde pude ver que además de la familia Volkov, la nueva integrante—o sea, Pamela—Damien y Aiko, también se encontraba algunos hombres con cara de pocos amigos que al parecer son fieles integrantes de la organización.
