- XX -

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Ese lunes había amanecido de manera esplendorosa, el "sol invictus" cruzaba sus rayos de sol, imponentemente, sobre los verdes cerros, llenos de verde vida por las tormentas anteriores; las copas de los arboles eran coronadas por la luz del astro rey matizando su verde follaje de un dorado pálido... rayos de sol como pincel decorando gloriosamente el panorama, mismos rayos que entraban por la ventana de Michelle, cubriéndola.

¿Cómo poder ser bañado por algo tan poderoso y sentir... nada?

Michelle recibía de lleno toda esa luz, pero no tibiaba si quiera su sangre. Había despertado mucho antes, de que el amanecer se sucediera. No podía dormir; ya hacía días. Algo se había roto en ella.

Rabia, orgullo, crueldad, indiferencia. Todo ello era una coraza. Una tan pesada como la que Remy un día porto, misma que aquella rubia logro alejar de él.

- Si... Remy llego a ser así días atrás... no, una vida atrás. Yo...- se dijo.

No sabía como Remy pudo soportar tantos años así. Pero no era del mismo modo. Él no hería ni dañaba como ella lo hizo.

La luz del sol era imponente, y sus ojos cafés se cerraron.

La luz no era el alivio que ella buscaba, haciendo daño a alguien como Remy... su alivio parecía. ¿Qué conseguía? Cobrar. Alguien tenía que pagar. Y, si, tal vez a aquel que menos merecía, pero no podía ser de otra forma... era inherente todo su vivir en esos pocos días.

Lo culpaba, indirectamente. Por que cuando para él todo comenzó a mejorar, para ello todo empeoro.

¿Por qué?

Tal vez si ella no se hubiera interesado en el "raro" de la clase, probablemente su padre no habría muerto. Sentenciaba. Esa era su tesis. Y desde que ese pensamiento entro en su cabeza, lo fue alimentando de todo lo negativo que experimentaba en su luto, al inicio inconscientemente, después aceptándolo como verdad.

Quería gritarle al todo poderoso, reclamarle por lo que le había sido arrebatado, pero ¿como reclamarle si privilegiada ella había sido? ¿Por qué querer cobrarle? ¿Acaso él le había pedido algo a cambio cuando todo fue miel sobre hojuelas? O peor aún... ¿Le había llegado el momento de pagar todo lo bello vivido?

Las preguntas no eran nuevas, ya las había formulado antes. Pero cuando aquellas palabras rozaron si quiera su razón, Michelle ya tenía pensamientos muy distintos de cuando ella llego a Kaslispell.

Egoísta pensó que el mundo, aún, le debía mucho.

La fragilidad de la vida se le había presentado en un ser tan amado; se muere en un ultimo latido, en un ultimo suspiro; que se vuelve para siempre, el ultimo, perpetuo nos abandonan así.

Como aquella noche lluviosa se miro en el espejo, intentando ver que es lo que la demás gente ve en ella; aquella vez se contesto sin saber, pero en esta mañana tan bella observo que el afán de Remy, el que puso en confianza y amor era sincero y verdadero. Por un momento recordó la calidez que sentía al estar con él. Y sin embargo ese rostro que miro en el espejo no era el mismo de antes, el anterior era lleno de felicidad, amor, una familia y una bella chica bondadosa; hoy no era ni la sombra. Hoy era una chica llena de amargura, rechazando lo que antes amo, indiferente con los demás. Y entonces su pregunta se hizo más grande, cuestiono sus decisiones, sus causas. Sabía que algo se rompía dentro de ella, no ahora, si no desde hace mucho tiempo, pero jamás le daba importancia, pensaba que era normal, pero.... El caos ese volvía de ella su presa, y debía confrontar una batalla consigo misma.

Salió de su casa para ir al colegio. Aun con su belleza y gracia, nadie le dirigía la palabra. Y al no haber visto a Remy en las últimas semanas extrañamente le hacia sentir sola. En todas las semanas pasadas se asomó a lo lejos del jardín de la fuente, solo por curiosidad, por saber si él estaba. En ocasiones paso por su casa, por coincidencia, pero no vio ni una luz encendida o algún indicio de que él estuviera en ahí. Sin quererlo aceptar estaba preocupada por él. Eran veinte días los que no habían estado, si, los había contado, y ella creía que jamás notaría de nuevo su ausencia, pero la verdad era otra. Con una negada esperanza de que él estuviera en la escuela se desvanecían al llegar al aula y ver vació su lugar.

Promesas RotasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora