-XVIII-

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La muerte parece seguir muy de cerca de Remy, tal vez el no haya muerto aun, pero si se ha llevado a seres que el tanto amaba.

La muerte como la vida, son cosas ambiguas para los humanos, mortales, que somos y es difícil asimilarlas. Pero la insistencia de saber ¿que te ha arrebatado a seres que estimas y amas? lo hace aún menos comprensible.

Pocos dirían si aquel día había sido soleado o nublado; por que para quienes lamentaban la partida de Eduardo, ese día había sido gris.

Un funeral, gente vestida de negro, dando él ultimo adiós a esa persona que se ha perdido. Hay veces que vale nada todo eso, hay veces que vale todo para muchas personas.

Lo asesinaron. Muchos lo habrían ayudado. Uno no lo hizo.

Nunca, Remy tendría el valor para decir a los padres y familia de su amigo que él, muy probablemente, no tendió una mano a Eduardo. Que cuando más lo necesitaba, él gimoteaba por una chica. Tampoco podría confesarles que no pudo pagarle con la misma moneda que su amigo le brindo, incondicionalidad. El dolor de todo esto y perder a su amigo, sentirse culpable hacían el dolor tan agudo como una daga.

Ese día, sería recordado. Hay veces que vale todo, para la madre de Eduardo, para su padre, para sus hermanos; vale todo. Hoy.

Esa noche sintió como si hubiera caminado lejos, sin ningún destino, sin parar, en la nada. Y eso era lo que hacia, camino en busca de una respuesta prudente a la muerte de su amigo, la cual ese día no encontró.

Perder a su mejor amigo lo atormentaba y lo ponía en un ahogo, pero aun sobre ese trago amargo el desprecio de Michelle flotaba sobre su mente, ni en ese espacio de sufrimiento, ese recuerdo lo abandonaba. Ciertamente por lamentarse aquel hecho, él se vio ciego y no ayudo a su mejor amigo. Apenas podía mantenerse en el funeral, sintiéndose un traidor.

De pie frente al ataúd mirándolo nuevamente, en esa pose eterna; Remy pedía haber sido llevado en vez de Eduardo. Nadie lo amaba, no tenía razón de ser, mientras que su amigo... el tenía una familia, hermanos... el lugar estaba lleno de todos ellos, todos sufrían, se lamentaban por su partida... si Remy fuera quien estuviera en esa caja... seguramente no habría la cantidad de personas que hay reunidas hoy aquí.

Dios no lo escucho.

Pero si Dios no podía permitirle ese paso, habían muchas mas opciones.

Sabía que si cruzaba esa línea, si se concedía pensar en el suicidio como una salida, no habría regreso. Él ya había estado al borde de esa línea antes y no se atrevió a cruzarla, pero hoy todo era diferente.

Como la caja de pandora desata todos los males, el lamento y llanto de una madre por su hijo desencadena los peores sentimientos a quien le oye. Como una evocación de calamidades a quienes le quitaron a su hijo, así se oyó.

En una de las esquinas del lugar Remy presenciaba todo aquello, con una aparente calma, se podría decir que en tranquilidad, ya había perdido a su madre, debería bastarle para poder mantenerse entero emocionalmente, pero por dentro nada era así.

Todas las experiencias juntos, las buenas y las malas, le hacían sonreír, al recordarlas. Pero de pronto el reproche, la culpa, la tristeza, se surgían en el pensamiento de Remy:

"Era mi amigo... pero, ¿Cómo puedo decir que lo era si no lo ayude? ¿Cómo puedo decirlo si lo abandone, cuando más necesitaba de mí, de su amigo? ¿Cómo? Todo por Michelle... no, no merezco excusas de mis actos, deje mis responsabilidades, sin importar las circunstancias debí ayudarlo, sin Michelle o con ella, debí hacerlo."

Ahora cuando todo había cambiado para bien, su vida se volvía una tragedia; el primer amor rechazado, la perdida de su mejor amigo, después de estos dos acontecimientos ¿Dónde dejaban los triunfos, la gente que lo aceptaba, las nuevas experiencias? Todo daba igual ante la perdida, todo carecía de valor, todo lo que el deseaba antes, no tenía valor... nada vale la pena si tu interior esta vacío, sin amistad, familia; cambiaría todo lo bueno vivido recientemente por traer de regreso a Eduardo o cuando menos cambiar los papeles. Sin Eduardo no habría a quien platicarle que lo que tanto deseo que por fin se volvió realidad.

Promesas RotasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora