- XII -

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- ¿Deseas hablar de ello? –comentaba Lorgia con franca amistad-

Remy, frunció las cejas, no molesto, pero aliviado de que alguien le ofreciera eso, a pesar de ello respondió intentando no hacerla sentir mal diciendo.

- No creo que te importe... nunca la quisiste como amiga, ni siquiera como compañera.

Aun fuera de su casa los truenos sonaban y la luz de los relámpagos se escabullía entre las cortinas de las altas ventanas; Remy se sentó en el sofá sacudiéndose las gotas de lluvia deseando sacudirse mucho mas de la cabeza y el corazón.

De pie mirándolo, dio un leve suspiro de simpatía e inclinándose hacia el, la elegante chica de cabello color trigo, declaro.

- Es cierto. –uso su mano izquierda para quitar el mechón de cabello que le cubría el rostro y poder mirar a Remy directamente a los ojos- Ella no me importa, pero tu si... además es bueno platicar las penas.

Se dio media vuelta para alcanzar un banco y poder sentarse frente a Remy, ella le tomo ambas manos con las suyas, mirándole a los ojos.

- No sabes... -se permitió dejar pasar algunas de las emociones que tenia reteniendo-

Apretó mas las manos de su amigo, de algún modo le estaba transmitiendo la pena que le estaba invadiendo. Una dualidad de sentimientos comenzaban a gestarse en Lorgia, por un lado reconocía que ese chico de verdad estaba lastimado y ella compartía su dolor, por el otro, no le gustaba verlo así y le nacía furia de saber que Michelle era la razón. Ahí lo confirmo sin duda alguna, Remy Bazán, le era importante y mucho.

- Yo lo único que se es que eres mi amigo, y ahora necesitas desahogar tus penas con alguien... te ves muy mal y no me gusta que estés así.

El aturdimiento a sus sentidos podría haber sido tremendo, pero no dejaba a Remy totalmente insensible al oir palabras honestas, de quien hace poco lo veía desde arriba. Cerro sus los ojos intentando soportar las repercusiones que podría haber si se dejaba vaciar todo lo que estaba apesadumbrándolo. Lo que sentía por Michelle tan latente como antes de su partida, aun cuando era una necesidad hablar sobre ello se detenía, una parte de el quería hacer su pena privada, como en el pasado, quería volver a las antiguas costumbres y encerrarse, dejarse cicatrizar esas heridas en la soledad, para que se endurecieran por ello y pudiera seguir por un camino que el ya conocía; aun cuando más el no se importara a si mismo, pero entonces esa esperanza que dejo la rubia en su vida le pedía algo de alivio. No era grato contar como te dejaban aun con razones validas y responsables a pesar de ello esa esperanza le iba señalando una vía distinta.

Sin pensarlo Remy recargo su barbilla sobre las manos de Lorgia que envolvían las suyas. Al verlo suspirando, con la vista en el piso y melancólico, recordó el momento de su derrota donde no quería hablar con nadie menos con su adversario, pero este la busco con humildad y desinterés, tenia que pagarle con la misma moneda.

No sabia que rayos Michelle habría hecho para dejar a un Remy desconsolado, nada tenia sentido para ella, pese a que era dolor lo que veía en él, Lorgia se imagino cuanto debía querer su amigo a la rubia, en un sencillo y momentáneo análisis, ella deseaba significar lo que la rubia le significaba a él, sabia que ella no lo dejaría en ese terrible estado.

- Soy un tonto. –apretó los ojos al pronunciar aquello- No puedo con esto. Nada es como antes. –respiro hondo buscando no llorar- Soy muy débil.

La lluvia de afuera golpeaba los vidrio de las ventanas y parecía que la tormenta estaba lejos de terminar.

- Es que, fue tanto. –ahora apoyaba con fuerza su frente contra las manos de Lorgia mientras hablaba amargamente- Me ha dejado un vacío muy grande y no soporto tenerla lejos. Ella fue todo y tanto, fue toda mi vida, en tan solo unas semanas. Y aun que se que volverá, no puedo ver como cambio mi vida y ahora me cuesta tanto seguir adelante sin ella.

Promesas RotasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora