- VIII -

5 0 0
                                    


Descifrar la vida, cada evento desde el más minúsculo hasta el más trascendental y buscar respuestas a cada uno de ellos es una tarea efímera.

Respuestas puede haber muchas, nuestro cerebro se hace diminuto de pensar en ello... es el único tema que le queda grande a nuestro razonamiento.

La vida no se contiene de ninguna forma ni en un objeto o palabra. Pero tiene tantas variables que son innumerables y una de ella es el cambio; un cambio muy brusco, en ocasiones, puede ser un torbellino, una herramienta de la vida, para dar balance y equilibrio al todo. Hasta la nada hace equilibrio con el todo. ¿Por qué un torbellino? Porque son casi inesperados, que parecen trabajar con aparente caos y por qué son fuertes, pueden arrancar el árbol de raíces más profundas. Pero al final puede que pongan ciertas cosas en su lugar y quitar algunas que nunca debieron estar ahí.

La misma vida debe estar en movimiento, no puede dejar de moverse... es su naturaleza. Y ese cambio es parte de ello, ese torbellino que llega sin avisar y descompone todo lo creado por nosotros y simplemente se va.

Cada ser viviente en este planeta lo sabe, y más que eso, lo vive aun sin saberlo, ese cambio es parte de la formula de la vida, hay veces que el cambio es para bien y en otras para mal, pero "de lo malo viene lo bueno".

Son cambios que dan ese sabor de la vida, "espera siempre lo inesperado" así es y así se hace.

El horizonte de la tierra conoció un nuevo amanecer, para un nuevo día, que parecía cualquiera, sin importancia para unos, pero clave para otros.

Ya un día de mucha expectativa para Remy y Lorgia, pero no era un duelo a solas, Michelle era parte de ello.

El auditorio de la escuela se encontraba a medio llenar; por más de los esfuerzos de Lorgia por tener quienes le animaran como una porra no habían sido del todo exitosos, sin embargo la cantidad de alumnos en el recinto eran mayores a lo visto en ocasiones anteriores; en eso Lorgia no había fallado.

La media luz en las filas para los asientos de los asistentes contrastaba a la fuerte iluminación para los que se encontraban en el escenario.

Con la frente en alto, Remy y Lorgia dirigían su atención al estrado; deseando saber quién avanzaría a la siguiente ronda del Concurso de Literatura; quien sería el vencedor y quien sería el perdedor.

El temor y la incertidumbre estuvieron presentes en la mente de Remy; aquel día iba vestido con una camisa azul clara y pantalón gris formal, claro en contra de su voluntad, pero Michelle insistió que debía darle seriedad aun en contra de sus hábitos de vestido. Usualmente Remy vestiría sus jeans, tenis, playera de color oscuro y no pondría mucho interés en su cabello negro; pero hoy era un día especial.

Estar de pie frente a los jueces era un suceso agonizante; cada uno de ellos dedico unas palabras a modo de crítica o análisis para ambos concursantes; todas crípticas buscando no arruinar el anuncio del director con el ganador.

Mientras escuchaban, Lorgia desvió por un instante la mirada hacia Remy, una mirada indiferente pero penetrante misma que él inmediatamente sintió y así mirándose mutuamente, se cruzaron las armas de estos adversarios; si bien no odiados a muerte, si divididos por la forma de pensar de cada uno; mientras que uno había vagado por el país de la desesperación y había estado recluido en su soledad viviendo un drama en su vida; la otra vivía en la senda del éxito caminando por el país de la fecundidad académica y social.

A unos metros de Remy, la rubia también lanzaba una mirada a Lorgia; ella se había ataviado de un vestido hasta el cuello de color lavanda y una chaqueta blanca; no iba a dejar que su novio fuera menos presentable que ella en este importante hito de su vida. Mirando a los fríos ojos aceitunados de Lorgia que se miraba cual escultura tallada en mármol, cruzaron enemistad aparentemente jurada.

Promesas RotasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora