Capítulo 15.

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Kara.

Desesperación, eso era lo que surgía desde el fondo de mi cuerpo para salir disparado como una especie de alarido furioso que se terminaba por apagar contra sus labios sabor a dulce miel. Estar besando a Lena era como si estuviese probando los manjares más exquisitos de la tierra o estar degustando ese costoso vino que parecía hacer bailar tus papilas gustativas.

No había una manera específica en la que mis ojos se pudieran apartar de ella, o incluso que pudiese hacer algo específico contra cada una de las emociones que me azotaban como un vendaval cada vez que la tenía cerca.

Escucharla suspirar mientras dormía o ver como sus pestañas se batían furiosas cada vez que se acercaba la hora de despertar había sido un completo sueño cuando estuvo a mi lado. Dormir con sus piernas enredadas en mis caderas, incluso solo sentir como esa mano suave apenas descansaba en mi vientre había sido un paraíso, un verdadero paraíso en la tierra.

Y simplemente no había podido más, no había podido contener en absoluto esa necesidad de tenerla entre mis brazos una vez más. Incluso aunque la hubiese visto esa misma mañana, aunque hubiésemos tenido esa conversación insulsa y esos besos llenos de furia. La extrañaba, extrañaba incluso la manera en que rezongaba furiosa cuando algo no salía bien.

—Quiéreme. — Había suplicado casi desarmada a sus pies. — Lena, quiéreme, por favor.

Ella jadeó contra mis labios. — Kara. — Las manos temblorosas se aferraron a las mías, casi implorando por un poco de respiro. — ¿Qué haces acá? — No lo decía a manera de reproche, tampoco lo hacía con espanto, sino que lo decía con ese asombro casi feliz. — ¿Por qué...?

—Porque yo te quiero. — Musité con la convicción de que, siendo vulnerable, ella me creería. — Te quiero y no sé cómo demonios manejarlo. Estoy espantada por eso. — Terminé por proclamar frente a sus ojos brillantes. — Te quiero, Lena, te quiero para mucho más y me da miedo el sentir eso que sentí durante estos días en los que no te pude ver. — Casi por inercia mis brazos se acomodaron en su cintura y apretaron fuerte. — Tengo miedo de no poder conquistarte, porque sé que no soy lo suficientemente buena para ti.

Las manos delicadas de Lena se posaron con suavidad en mis mejillas, levantando mi mirada hasta enfrentarme a la suya. — ¿Por qué dices eso, Kara? ¿Por qué no serías buena para mí?

­—Porque... porque... — La mirada dulce de Lena me hacía algo, me volvía poco dueña de mí misma. — Andrea ha sido la única mujer con la que había estado en mi vida. — Confesé sin miedo a que la vergüenza hiciera de las suyas o que la misma Lena se burlara en mi cara. — No porque otras personas no me gustaran, sino que, eventualmente las personas solían sentirse demasiado asqueadas con mi condición o demasiado presionadas por el escrutinio social que suponía estar involucrada con una persona como yo. — Sus ojos se suavizaron y casi me acariciaron con dulzura lo que alcanzaba de piel. — Y yo soy... tan bruta, que a veces ni siquiera soy capaz de pensar en las cosas que digo y en que pueden herir a las personas, pero te quiero, te quiero bonito; solo que...

—Tienes miedo de que te abandone o no te quiera con la misma entrega. — Simplemente asentí, sabiendo que estar hablando de estos temas, con ella empotrada contra la pared con las piernas enredadas contra mi cintura. — ¿Por qué tanto miedo, preciosa?

—Porque soy cretina. — Admití casi con culpa. — Porque sé que tienes miedo, que lo que paso con Andrea fue suficiente como para que pensaras que no me tomo nada con seriedad o que solo lo hago por el dinero, pero no es así. — Como si eso fuese posible, mis caderas se apretaron con más fuerza contra ella. — No puedo... simplemente no puedo pensar que... lo que... yo no puedo imaginar lo que es estar lejos de ti y eso me espanta porque no sé si quieres lo mismo.

La deuda de Los Luthor. - SupercorpDonde viven las historias. Descúbrelo ahora