Las primeras veces de... ¿Kara?

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Lena.

—No creo que esto sea necesario. — Medio farfulló la rubia con una mirada rota. — Creo que nos estamos apresurando y que... que... — La mirada de ella se atravesó con la de la niña sentada completamente sonriente en el sofá. — ¡Nos va a extrañar!

La imagen era casi cómica, Lutessa de dos años y cuatro meses se encontraba sentada en el sofá de nuestro nuevo hogar con la vista perdida en alguna caricatura de animales, mientras jugaba sin prestar mayor atención a su madre berrinchuda con una pequeña lupa; Kripto, como fiel guardián, se mantenía recostado a su lado, cuidado de que la niña no saliera corriendo hacia cualquier lugar como solía hacerlo apenas tenía oportunidad.

Kara era el tema, sentada en pijama como protesta, negándose a vestir porque sabía que tendría que ir a dejar a Lu a la guardería que Carina nos había recomendado luego de una conversación sobre el enriquecimiento y maduración que tenían los niños en periodos de exposición con sus pares. La rubia claramente se había opuesto rotundamente, argumentando que la niña era muy pequeña, que nunca se había separado de nosotras para estar con otros niños, que podría sentirse no querida con sus hermanos tan prontos a nacer y luego se inventó diversos miedos y enfermedades que la niña jamás había tenido.

Nía le había dicho que ella había sido una niña muy retraída de pequeña, precisamente porque su padre se había negado a mandarla a una guardería antes del preescolar, también le había dicho que hubiese agradecido tener una madre que fuese capaz de decidir que no enviarla sería más dañino pese a llevarle la contra a su pareja.

Kara obviamente despidió a Nía en ese mismo instante, yo la recontraté.

Pasmos todo eso para definir que era el primer día de guardería que Kara enfrentaría como madre.

—Kara. — Intenté una vez más.

—¡No! — Ella no daría su brazo a torcer. — Lena, pensará que la estamos abandonando.

Claramente no conocía puntos medios. — Kara, tu eres la que sientes que la está abandonando.

—¡La estoy dejando en un lugar con extraños! — Argumentó de inmediato. — Lena, la estoy abandonando...

—No la estás abandonando. — Corté de inmediato. — Es una parte de su desarrollo y es demasiado importante para el aspecto social. — La rubia solo se cruzó de brazos y bufó igual que Lutessa cuando le daban zanahorias hervidas. — Y si no te vas a vestir, yo no tengo problemas en tomar las malditas llaves del carro para llevarla.

Me miró claramente ofendida. — No puedes manejar. — Refutó casi con orgullo. — Tienes 9 meses de embarazo, si te ve un policía te llevará a la cárcel.

Claramente esto era imposible, no había manera de que la rubia testaruda se moviera para dejar a su hija a la guardería.

—Entonces. — Sin esperar a que dijese otra cosa, me giré y tomé las llaves del perchero que teníamos a un costado de la puerta principal, procurándole darle la mirada más venenosa que podía. — Tendré que explicarle al policía que tengo a una idiota como esposa y no me quedó de otra que llevar a mi bebé a la guardería.

Con toda la calma posible me acerqué a Lu, quien me dio una sonrisa a dientes expuesto.

—Hola, mi. — Lanzó con ese característico tono bebé y con ojitos brillantes.

Con cuidado estiré las manos, inclinándome lo máximo que me permitía la barriga. — Cielo, ayuda a mami. — Pedí perdiéndome en esa mirada dulce y en ese cabello reluciente pulcramente peinado. — ¿Puedes acercarte un poco para ayudarte a bajar?

La deuda de Los Luthor. - SupercorpDonde viven las historias. Descúbrelo ahora