Capítulo 22.

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Lena.

—¡Dios mío! — La voz de Jess parecía escucharse desde lejos. — Llamaré... — ¿En qué momento me había desvanecido. — Llamaré a la señorita Zor – El.

De inmediato mi conciencia pareció volver afanosa. — No. — Espeté buscando su mano. — No tienes que llamar a nadie.

—Señorita Luthor. — Jadeó llena de asombro, manteniendo sus manos en lugares seguros que le ayudaban a mantener mi equilibrio. — Sigue muy pálida, necesito que alguien la lleve a un doctor. — Negué de inmediato, obteniendo solo una mirada furtiva y llena de reproche. — ¡No es normal que una persona se desvanezca! — Gruñó. — Llamaré a la señorita Zor -El para que la lleve.

De inmediato le miré con reproche, queriendo ocultar mi sorpresa. — ¿Por qué tendría que llamar a la directora creativa de la empresa rival, Jess? — Intenté mantener un tono severo sin llegar a ser grosera. — Lo que pase con mi salud no le incumbe a la señora Zor – El.

Pese a ese tono de reproche, mi asistente solo sonrió. — Supongamos que no lo sé, que no me he dado cuenta de que hace dos días tiene ese colgante al que parece tenerle un especial aprecio, mismo día en que la señorita Zor-El la esperó por más de 45 minutos, alegando tener una reunión agendada. — Con cuidado me ayudó a erguirme, sentándome con la espalda recta. — Reunión que era mentira, porque siendo su asistente, no hay manera de agendar una sin pasar por mí; también fingiré que no me di cuenta del estuche que ella nerviosamente acariciaba escondido en su bolsillo. — ¿Quién demonios era esta mujer? — También fingiré que no me fijé en el maquillaje corrido luego de la reunión y las manchas de labial que llevaba la rubia en su boca, así como también fingiré no darme cuenta de que hay un tono diferente para cuando ella llama. — Jess sonrió con dulzura, demasiado engañosa como para solo aceptarlo. — Sé que no es solo la directora creativa de la empresa rival.

—Yo... yo...

Jess finalmente me ayudó a sentarme, poniendo un vaso de agua en mi mano. — Tiene un brillo diferente en los ojos. — Susurró. — No pienses que la estoy juzgando, solo quiero que comprenda que no es necesario que siga enfrentándose a todo sola; si no se siente bien, déjeme llamarla para que la acompañe a un médico.

—Me salté el almuerzo. — Justifiqué. — No es necesario que me llames a Kara, solo, pídeme algo para comer.

Ella solo sonrío. — ¿Ensaladas o algo más grasoso?

Sabía que Jess entendía que era de esos días en los que el ánimo era bueno. — Creo que se me antoja una hamburguesa. — De inmediato sonreí. — ¿Quieres acompañarme?

Kara

Empezar el día con una reunión nunca era lo mejor, no obstante, sabía que prontamente una marca de perfumes pediría una renovación de imagen y de publicidad, así que debíamos estar preparados para responder a sus necesidades. Me las había arreglado para darme ánimos mientras pensaba en lo bonita que se veía Lena con ese collar y en lo mucho que resaltaba sus ojos.

—¿Vas a prestar a atención o necesitas un momento para ir al baño? — Masculló Alex para que nadie más escuchara. — Porque no pienso ver eso toda la reunión.

De inmediato seguí los ojos de Alex, encontrándome con una carpa en la parte delantera de mis pantalones.

—¡Mierda! — Musité. — Yo... yo...

Alex solo sonrió. — Si, sí. — Lanzó con desinterés. — Endemoniada Luthor que te alborota las hormonas.

Maldita hija de puta tenía que ponerme en evidencia de esa manera.

La deuda de Los Luthor. - SupercorpDonde viven las historias. Descúbrelo ahora