Capítulo 52.

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Kara.

Kara, respira. — Maya parecía extrañamente calmada, mientras yo solo pensaba en las múltiples maneras en que quería correr para asegurarme de que nada de lo que hiciera dañaría a mi bebé. — ¿Dónde demonios estás? ¿Por qué me estás preguntando esto?

—Mi esposa está caliente. — Solté sin más, sin adornar nada de lo que estaba pasando. — Estoy encerrada en el baño. — Rápidamente me giré para asegurarme de que el pestillo estuviera cerrado. — Ella... ella quiere, pero yo... yo no sé.

Escuché un suspiro al otro lado de la línea. — Kara, no creo que exista una forma probable de que puedas hacerle daño al bebé por tener relaciones con tu esposa. — Luego la escuché reírse abiertamente. — No creo que tengas la fuerza suficiente como para apachurrar a esa cosita tan pequeña.

— ¿Y si le pego muy fuerte? — No sabía cómo reaccionar, no sabía cómo actuar. — ¿O si le provoco algún daño?

Kara, necesitas calmarte. — Pensé que ella me entendería, que me diría que no lo hiciera o me daría datos concretos. — Primero que nada, debes dejar de pensar que cualquier cosa que pase con el bebé será culpa tuya. — Este era un paso que ya me hacía respirar bastante. — Además, los abortos espontáneos suelen ser más comunes en el primer embarazo; el segundo suele ser más fácil.

— ¿¡Cómo que aborto!?

De pronto, una trifulca se escuchó al otro lado; una voz ajena a la de Maya se acercaba y se hacía más fuerte. Fue fácil adivinar que era Carina quien se aproximaba hacia su mujer, pronunciando palabras que no era capaz de comprender.

Bambina, Vuoi una punizione? — De inmediato, escuché cómo Maya rezongaba como si hubiera sido atrapada haciendo una travesura. — Pero, mi amor... — Claramente, la rubia no tenía oportunidad con la italiana. — Avremo una conversazione molto seria. — Tal parece que el teléfono fue traspasado de manos. — Yo solo quería ayudar. — Escuché a Maya rezongar. — Non spaventare questa povera donna parlando di aborto. — Escuchar la palabra aborto me había puesto tensa. — Kara, ¿estás ahí?

— Sí, señora. — Estaba segura de que ahora me tocaría a mí la reprimenda. La diferencia es que Maya parecía entenderle a su esposa; yo no le entendía un carajo. — Sigo aquí.

¿Sigues encerrada en el baño como una cobarde?

Me congelé. — ¿Cómo...?

Tu esposa me acaba de llamar, pensando que sería bueno traerte a la consulta para que pueda explicarte que el sexo no es contraproducente con el embarazo. — Sí, definitivamente era hora de mi reprimenda. — Lo consideré, hasta que descubrí que recurres a mi... hermosa esposa en busca de consejo, Scarsa decisione. — Claramente, Lena buscaría aliadas, y buscaría a la más fuerte que pudiera encontrar. — Te lo digo porque ella es igual de miedosa que tú, y pese a que le expliqué muchas veces, jamás comprendió que yo me dedico a esto y que el hecho de estar embarazada no te vuelve un ser humano indefenso.


— Pero, puedo golpearle. — Me defendí.

No puedes. — Fue concisa, sin dejar espacio a dudas. — El útero está hecho para proteger al feto de todo, y está científicamente comprobado que tener sexo es beneficioso durante el embarazo. — El silencio abordó la línea, probablemente a la espera de respuesta de su parte, mientras yo temía decir alguna idiotez. — Cuando tienes un orgasmo, liberas oxitocina y eso ayudará a tu bebé y, sobre todo, a su madre a ser felices y saludables. — Abrí la boca, pero no fui capaz de decir nada. — Así que, Kara, deja de ser cobarde y simplemente haz feliz a Lena.

La deuda de Los Luthor. - SupercorpDonde viven las historias. Descúbrelo ahora