3. Peces y Apuestas

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Entramos al despacho del director, es grande y lo conforma un sillón para tres de cuero marrón, un escritorio, varios cajones y una...

¡Una pecera!

Corro hacia la gran pecera y pego mi cara en el vidrio para ver a todos los peces de distintos colores y hasta hay un Nemo y una Dory y un Gill.

- ¿esos peces son los que salen en "Buscando a Nemo"? - le pregunto al director, este me mira extrañado y luego comparte una mirada con el apestoso Gibbs. Frunzo el ceño, revoleo los ojos y vuelvo mi vista hacia los lindos peces.

- señorita Miller, tome asiento, por favor - pide el director e hago caso.

El apestoso Gibbs y yo nos sentamos en las sillas al frente del director, intercambiamos miradas y arrastramos las sillas hacia direcciones opuestas.

- ¿que acaba de pasar allá afuera? - pregunta el director apoyándose en sus codos y acercándose a nosotros para agregarle tensión al asunto.

Nosotros empezamos a hablar al mismo tiempo, narrándole al director lo que pasó (claro a nuestra conveniencia).

- todo es su culpa - terminamos diciendo al unísono y cruzándonos de brazos para recostarnos en el espaldar de las sillas.

- alto alto alto, me tendrán que explicar otra vez uno por uno porque yo no he entendido nada - el director mueve las manos en frente de su cara y también se recuesta en su silla - señorita Miller...

- gracias director... - busco la cosa esa que todos los directores tienen en su mesa para saber su nombre o por lo menos su apellido hasta que por fin lo encuentro - director Browning, el problema con fue que el señorito que esta aquí a mi costado me echo agua, mojándome por completo, pero eso no podía quedarse así ¿no es cierto? así que decidí hacer justicia por mis propias manos, me pude haber enfermado si estoy con la ropa mojada - le dedico un sonrisa inocente y hago como si hubiera estornudado.

En realidad yo no me enfermo fácilmente, pero no puedo dejar las cosas así. Miro al chico y este me está fulminando con la mirada, es más si sus ojos fueran cuchillos hace rato ya estuviera atravesada por miles de estos.

- ¿señor Gibbs? - inquiere el gordito alzando una ceja.

- ¡ella me echó esto! - replica casi gritando - por favor... bien le eche agua, pero solo fue para divertirme, no fue tan malo

- ya escuche las dos partes del caso - dice el director y en ese momento me siento como si estuviera en un juicio - ahora mi veredicto - corrección. En la corte suprema - señor Gibbs, lo felicito ha roto su propio récord de meterse en problemas, antes esperaba por lo menos un día no al instante en el que llega y usted señorita Miller, creo que hemos empezado por el pie izquierdo, es recién llegada, no me decepcione. Pero como he visto que a los dos les gusta el agua y las flores tal vez el castigo no será tan malo - esboza una sonrisa y ve su computadora un momento - ustedes dos regaran TODAS las plantas por una semana

- ¡¿qué?! - exclamamos los dos al mismo tiempo. Esto de hacer todo al mismo tiempo me frustra y de alguna manera me da miedo - pero este lugar es un bosque - digo yo. SOLA

- vamos Giorgio - sigue el apestoso Gibbs - no puedes hacernos esto

- en realidad si puedo. Soy el director - junta sus regordetas manos y las deja encima de su escritorio - ahora los dos. ¡Salgan de aquí!

A tropezones el apestoso Gibbs y yo nos ponemos de pie y salimos del despacho del director.

- buen día, muchachos y no olviden recoger sus horarios - dice el gordito desde adentro - por cierto, Trevor, date una ducha. Apestas

¡No soy una barbie!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora