Era Medieval [ A Haikyuu Fan Fiction ]

Capítulo XXIV

Ushijima era un hombre recto y serio. Siempre estóico y educado. Procurando hacer su trabajo lo mejor posible. Quería mucho a su padre y siempre estaría agradecido con él. Cuidaba de los ciudadanos de Shiratorizawa y tenía la confianza del Rey. Cuando se trataba de educar era el mejor. Pero para enseñarles a otros lo correcto, él tenía que guardar sus sentimientos muy al fondo de su corazón. Tenía que priorizar su deber antes que su placer. 

Cuando se trataba de Tendō todo eso se iba a la basura. 

Eita había estado ocupado con todo eso de la guerra. Shirabu y Goshiki lo asistían y combatían en las afueras. El general Reon dirigía sus tropas hacia Fukurodani. El capitán de seguridad Yamagata fortalecía las tropas en las fronteras. Taichi, a pesar de llevar la medalla de consejero real, molestaba a Eita mientras este trabajaba. No tenía muchas opciones de qué hacer, y no podía ayudar mucho en el campo de batalla. 

Bajó a las mazmorras. Mientras bajaba las escaleras de piedra pensaba.

El Rey Eita había regresado de la Reunión con muy malas noticias. La guerra que intentaban detener ahora era inminente. No se les había dado otra opción después que el Rey de Aoba Johsai fue asesinado. Su querido amigo en el trono no podía decidir a quién aliarse. Si no lo hacía rápido, los dos reinos se verían obligados a destruir el Reino de Shiratorizawa. A Ushijima le dolía mucho saber que el rey había muerto, pero esa no era la única mala noticia. 

El Monstruo Adivino, Tendō, había regresado lastimado. Y no era un simple rasguño. Cargaba una venda a los ojos. A pesar que la sangre había cesado, las manchas seguían allí. Le habían arrancado los ojos. Sus preciados ojos escarlata que lo hacían ver pasado, presente y futuro. O eso pensaba Ushijima. 

El demonio no dirigió ni una palabra a Ushijima después de verlo. Después de todo, él no había estado el momento en que había vuelto. Debió de haber sido porque en ese momento no veía, pero Ushijima tenía la sensación que no era así. 

Llegó a una puerta de madera redonda llena de cadenas. Tocó tres veces. La puerta se abrió, pero nadie estaba detrás de ella. Entró. 

La mazmorra era una gigante cueva de piedra llena de artilugios y chatarras. Había una rueda con espinas en una pared. Lanzas con sangre seca en otra. Las plantas que crecían allí eran venenosas o carnivoras, pero el monstruo las cuidaba muy bien. Habían varias mesas que llevaban pociones y hierbas. Animales muertos y vivos. Algunas criaturas raras pequeñas que revoloteaban en el techo. Algunas ratas que roaban en el suelo. Ushijima creyó haber escuchado el siseo de una serpiente en algún lugar. Olores de todo tipo se mezclaban en el aire. Ushijima se aturdió un poco. 

Una figura salió de las sombras. Ushijima entornó los ojos. 

-¿Qué no tienes algo mejor que hacer?- dijo la figura secamente. Ushijima ya había escuchado ese mismo tono hacía ya mucho. No esperaba volverlo a escuchar. Resultó ser que la regó otra vez. Pues, se acercó. 

-En realidad, no-. le respondió, intentando alcanzarlo.

-¿Qué quieres? - demandó la otra voz. 

-Solo saber si estás mejor -. le respondió atravezando una cortina de humo. Un hombre harapiento se enocntraba sentado en el suelo, viendo hacia el único espacio en todo el lugar con acceso a luz solar. Más bien, sintiendo. Una venda pasaba alrededor de su cabeza, cubriéndole los ojos. Ushijima se quedó parado detrás de él, esperando que dijera algo. Sus cuernos eran más grandes que la útlima vez que los vio, encorvados y muy negros.

Se le veía tranquilo al monstruo. Como si ya hubiera aceptado su final. Su respiración era lenta y tranquila, su postura recta y sus hombros relajados, a pesar de que su camisa se rompía ante su espalda rota y fragmentada. Sus dedos enlazados entre ellos sobre sus piernas cruzadas tenían las uñas más largas. Habló.