Consecuencias II

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Cuando el sol se coló por la ventana en las primeras horas de la mañana, brillando sobre el rostro de Misato, la Mayor se despertó instantáneamente. Sus ojos abiertos de par en par, pero en blanco. Su mente procesaba las imágenes y los sonidos a su alrededor tan eficientemente como siempre, y por el momento, permanecía vacía.

No supo cuánto tiempo estuvo allí, estudiando el techo de su dormitorio, antes de que los pensamientos y los recuerdos comenzaran a zumbar en su mente de nuevo. Pero cuando lo hizo, Misato se sentó lentamente en su futón, envolviendo sus brazos alrededor de sus rodillas. Acurrucándose como bolita, como lo había hecho de niña. Su mente todavía estaba aturdida y abrumada por el horror del Segundo Impacto.

En horas posteriores, cuando se sintiera más alerta, Misato se sentiría extrañamente apropiada. Porque, en cierto modo, estuvo muy tentada a quedarse acurrucada y aislarse del mundo.

Sí claro. Como si eso fuera a funcionar, Misato se quejó dentro de su propia mente. La mujer de cabello púrpura continuó sentada allí, su respiración constante y uniforme. Sin hacer nada para traicionar el caos que aún corría desenfrenado dentro de su propia mente. Los horrores y la locura que aún permanecían en sus propios recuerdos.

Cuando se despertó en el Ala Médica, con Shinji a su lado, Misato había estado en un estado de pánico desesperado. Lo primero, lo único que tenía en mente, había sido Shinji. Y así, perdida en la locura que había resultado de que los dos estuvieran vinculados a la enloquecida Unidad 01, saltó de la cama, salvaje y enloquecida... y tomó a Shinji en sus brazos. Con lágrimas cayendo de sus ojos, lo abrazó con tanta fuerza como pudo, rogándole perdón, suplicándole que no muriera para quedarse con ella, solo por un rato más. Y mientras ella lloraba y lo acunaba, Shinji le devolvió el abrazo, murmurando palabras amables para sus oídos.

Ninguno de los dos sabía cuánto tiempo había permanecido Misato perdida en esta niebla de dolor y confusión, ni sabían cuándo finalmente gastó todo su dolor y lágrimas, y finalmente regresó a sí misma. Todo lo que realmente sabían era lo que sucedió después. Las diversas pruebas que se habían realizado en ambos, para asegurarse de que no hubiera ningún daño persistente en ninguna de sus mentes. El largo interrogatorio que había realizado Fuyutsuki, uno que duró lo que parecieron horas, en el que les pidió a ambos que describieran lo que habían experimentado cuando estuvieron vinculados entre sí, el Eva... y el Caído

Ni Shinji ni Misato habían producido respuesta alguna. No tenían ninguna. Todo lo que tenían de su experiencia era dolor, confusión... y miedo.

No puedo creer... lo cerca que estuve de... Misato pensó preocupada, un escalofrío recorrió su cuerpo ante el mero pensamiento. Por la facilidad con que los Caídos la habían estado manipulando. De las pesadillas que la habían atormentado después de que la Unidad 01 fuera liberada de sus garras. Pesadillas que mostraban a Ritsuko y todos los demás en NERV pidiendo su ayuda. Cuando todo había sido mentira, un truco de este enemigo que se negaba a dar la cara.

Dejando escapar un grito ahogado de dolor, Misato se puso de pie. Desesperada por ponerse en movimiento, por hacer algo. Cualquier cosa. Cualquier cosa menos pensar en el horror de lo que había sucedido. Para moverse y dejar atrás el pasado.

Sí, claro, Misato se quejó mientras sacaba un sostén limpio y unas bragas antes de ir al espejo. Rápidamente se puso estos mínimos retazos de tela, miró su guardarropa y vio un pedazo del pasado brillando en la tenue luz de su habitación. Una pieza que, como siempre, tomó y se colgó del cuello. Deja el pasado atrás, ¿eh? pensó sombríamente mientras miraba el colgante del crucifijo que había guardado con ella todos estos años. ¿Desde cuándo soy buena en eso?

Condenados a la felicidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora