Juntos II

39 0 0
                                    


-...Llegaré a casa a eso de las una de la mañana, ¿estás segura? No hay problema en que llegues al otro día.

-Me pediste ser yo misma, ¿verdad?

-Sí, obvio que lo hice.

-Bueno, quiero llegar en la noche para hacer algo que sabes que nos mantendrá ocupados. Es por eso que quiero que elijas el encaje que voy a usar...

Shinji estaba duro, derechamente duro. Llevaba una semana en la que estaba hablando por mensajes de texto con Misato, y desde hace cinco días ella sólo se estaba preocupando de elevar la líbido. En una tienda de lencería le mandó dos fotos con lencería de encaje, prendas que no cubrían nada y que parecían hijos dentales. Era esto lo que se le venía, días donde sólo iban a existir ellos, recuperar parte del tiempo perdido que les quitaron.

-...Necesitaremos dinero para pedir comida por delivery.

-Yo me encargaré de eso.

-¿En serio? Aww, que lindo. Asegúrate de tener suficiente dinero, te voy a dejar seco todas las veces que pueda.

Dentro de las muchas cualidades que logró cultivar durante los años en los que no estuvieron en contacto, Shinji no tuvo cómo intentar desarrollar su lado más pícaro. Y no es que Misato estuviese siendo tan pícara, pero iba al grano. El muchacho estaba preparándose en todo nivel para lo que venía, porque para ambos esto se trataba de tiempo y la injusticia.

Era el día 27 de Mayo, jueves. El muchacho era un desastre mental porque Liverpool iba a jugar la final de la Liga de Campeones el mismo día en el que su amor volvería con él. No sabía exactamente qué era lo que lo ponía tan nervioso, si la posibilidad de lograr la 7ma o el hecho de que finalmente podría tener una posibilidad de ser feliz.

Era la posibilidad de ser feliz. Definitivamente.

Pensándolo bien, ¿qué era lo que le gustaba tanto del fútbol realmente? ¿Que logró escapar de la realidad a través del éxito ajeno? Posiblemente. Mirando en perspectiva, logró muchas cosas muy importantes. Sólo para empezar, es considerado un tesoro de la humanidad, lo que llevó a cosas que no eran posibles bajo otro espectro. Como por ejemplo, ser intocable en el amplio sentido de la palabra.

Incluso, fuera de aquello, por sí solo se metió en la historia sindical grande. Lideró un equipo que logró cosas importantes para sus compañeros de trabajo, e indirectamente inició una revolución en pleno proceso en casi todo el Reino Unido. Ahora con Misato prácticamente de vuelta, se abrían muchas preguntas respecto a lo que fue su vida. Incluso se cuestionaba si lo que le dijo a Akagi sobre su escenario ideal, que era morir, era del todo cierto.

Iba saliendo de su sesión quincenal con el psicólogo, y el Dr. Gascoigne lamentó estar limitado por el diagnóstico de las MAGI. No era un proceso nuevo, pero con el cambio de domicilio del muchacho no quedaba mucha más opción que reiniciar su proceso. En su tercera sesión, Gascoigne le dio el pesimista adelanto de que era posible que fuese un paciente psicológico de por vida. Un precio relativamente razonable a pagar por haber peleado una Guerra Santa siendo un niño de catorce años.

Eso se justificaba porque se abrían muchas más aristas con Misato de vuelta, y es que este doctor estaba más dispuesto a salir del protocolo para tratar de lograr avances reales con respecto a Shinji, porque evidentemente se estaba arriesgando a vivir en un círculo permanente. Ella lo buscó y lo encontró, pero sin mucho esfuerzo fue el muchacho quién le dio vuelta su mundo en cinco minutos y estaba a solo dos días de volver a verla.

Supo de los trámites del divorcio primero que todo, antes de los mensajes más subidos de tono. Sólo quería irse de allí lo antes posible, y para ello cedió todo. No se llevó un solo euro de su ex marido ni una sola propiedad, además que cedió la custodia del niño de forma completa. Ni siquiera pidió poder verlo los fines de semana. El infante se encontraba anímicamente destrozado, y no ayudaba que el padre estuviese en las mismas condiciones.

Condenados a la felicidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora