“Prima”
⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯A la mañana siguiente me había levantado ya que tenía un poco de náuseas, supongo que es por el embarazo.
Entre al baño y me quedé sentada en el piso, estaba frío pero las nauseas iban y venían. Sentía una frustración ya que era bastante horrible sentir las ganas de vomitar.
Tenia sueño ya que en la madrugada estaba igual, mientras seguía en el piso del baño sentada tocaron la puerta de la habitación.
Desde el baño grite —Adelante –me puse de pie y salí del baño.
—Buenos días señorita, le llego esta carta –me entregó la carta.
—Muchas gracias –la tomé –Me podría traer un vaso de agua por favor –dije desganada
—Claro señorita, con permiso –salio la muchacha de la habitación.
Vi a la carta y era de Tom, automáticamente se me dibujo una sonrisa de oreja a oreja. Lo extrañaba demasiado y lo necesitaba conmigo.
Abrí la carta y comencé a leerla:
Mi amor espero que estés bien, solo llevo un día aquí y siento que me vuelvo loco al no tenerte a mi lado. Me preocupa mucho que estés sola, en estos momentos debería estar contigo acompañándote en todo momento del embarazo. Se que debo terminar la escuela para que tengas una persona digna de ti, te prometo que los fines de semana ire a verte, quiero ver como va a creciendo tu pancita. Espero que estés totalmente tranquila y feliz, yo estoy muy bien para que no te sientas angustiada.
Sabes ayer vi a una pareja besándose y eso hizo que te extrañará aún más, solo de pensar que podría estar así contigo todo el día me pone algo desesperado. Quiero que llegue el fin de semana para llenarte de besos y abrazos, ire pronto a la casa. Te amo futura esposa.
Tom.
Volví a doblar la carta y la puse en la mesita que había alado de la cama, las palabras de Tom me tranquilizaban un poco más, me metí a dar un baño ya que quería salir al jardín y verlo mejor ya que era muy grande.
Al salir de bañarme me puse un pantalón de mezclilla, un suéter aguado y mis tenis. Me cepille el cabello y tome el agua que me había dejado la muchacha ya que eso me ayuda a no sentir náuseas.
Salí al jardín y camine por el para poder despejarme un poco. Me senté en una silla que había ahí.
El aire pegaba en mi cara y me hizo sentir muy bien y fresca, escuchar el sonido de las hojas de los árboles moviéndose era muy tranquilizante.