Capitulo 11.

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Cuando entras a tu departamento, el mocoso siguiéndote desde atrás, vas caminando hasta la mesa, tomando el collar de perro que habías dejado sobre la misma y girándote, rodeándolo hasta quedar detrás de él y se lo colocas.

- Me voy a bañar, ni se te ocurra irte - le amenazas y te vas caminando hasta el baño, desprendiéndote la camisa y quitándotela de camino hasta que entras, tirándola a un costado junto a tu pantalón una vez te lo sacas y abres la llave de agua entrando a la bañera.

Cierras tus ojos y relajas tu cuerpo al sentir el agua impactar contra tu piel, tomando el jabón y pasándolo primero por tus brazos luego tu pecho y sigues el recorrido del agua con el jabón.

Una vez te sientes completamente limpio sales, solo una toalla rodeando tu cintura, tu celular en manos, ya que lo habías dejado dentro de tu pantalón, y cuando entras a tu cuarto ves al mocoso sentando en el borde de tu cama, la cabeza gacha y sus manos unidas.

- ¿Qué quieres? - le preguntas con frialdad, dejando tu celular sobre la repisa de tu cuarto, mas, él no te mira, sigue en la misma posición.

- ¿Por qué me fuiste a buscar? - te pregunta casi en un susurro.

- Cuando tu mascota se escapa, lo más lógico es ir a buscarlo - le respondes, tomando una camisa gris a rayas negras finas, colocándotela y cuando te giras para buscar tu ropa interior él se encuentra de pie enfrente tuyo - ¿y ahora qué? - le preguntas y él estira sus brazos, rodeándote por el cuello y te abraza, sus dedos enredándose en tu cabello.

- Gracias... - dice y aleja su rostro de tu cuello, mirándote a los ojos, acercándose hasta que sus narices se rozan, pero antes de que sus labios impacten contra los tuyos, estiras tu cabeza hacia atrás, por lo que los mismos terminan sobre tu mentón, el cual es suavemente mordido.

Lo quedas mirando fijo, en tu mente grabándose cada segundo en que su rostro cambio, como sus ojos se entrecerraron, su boca se cerraba por lo que sus labios quedaban unidos a tu mentón y un pequeño suspiro salía de la misma.

- No te quedaba mal el cabello largo - le dijiste, sonriendo de lado al ver como sus ojos se abrían y él dejaba de hacer presión con sus dedos en tu cabello, mientras su cuerpo se ponía rígido.

- ¿D-de que hablas? - te pregunto titubeante, retrocediendo varios pasos hasta que sus brazos ya no te rodeaban, aprovechaste ese momento para agarrarlo de la muñeca y tirarlo en tu cama boca abajo, sentándote encima suyo, sobre su espalda, una de tus manos apoyadas en su nuca mientras acercabas tus labios a su oído.

- Creo que es un buen momento para que comiences a hablar y me expliques un par de cosas - le susurras y alejas tu rostro, sentándote recto sin soltarlo.

- No tengo nada que contar... - te responde y tienes que contenerte, porque quieres romperle el cuello.

- Si, tenés mucho que contar, como, por ejemplo, ¿Quién mierda te busca que estas escapando?

- Eso no importa.

- Sí que importa - y tratas de no gritarle, porque te duele la cabeza, estás cansado, pero tienes que saberlo, y que él te diga que no importa te molesta demasiado - ¿sabes por qué importa? - le preguntas y el niega con la cabeza - importa desde el momento que me comenzaron a romper los huevos buscándote en mi negocio y amenazándome, desde ese preciso momento que importa - le explicas, soltando su nuca, por lo que aquel mocoso gira su rostro, mirándote sorprendido con su boca entreabierta.

- Lo siento... - susurra, mirándote fijamente y trata de girarse, pero no lo dejas, ya que vuelves a poner tu mano en su nuca.

- No quiero tus putas disculpas, quiero que hables de una maldita vez - le dijiste ya furioso, y él lo noto, claro que lo noto, si ahora lo tenías debajo de ti temblando.

Ni Orgullo, Ni Derecho - FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora