Cuando tenía ocho años, mi madre me regalo un perro.
Me dijo que lo cuidara, que iba a ser mi fiel amigo, mi compañero de toda la vida. Que me iba a dar amor, que me iba a respetar, que siempre iba a estar conmigo hasta el final de sus días.
A los 16 años, mi madre me hecho de casa, diciéndome que si no respetaba sus reglas que viviera en la calle hasta que me pudra, y si quería volver, lo hiciera solo cuando respetara he hiciera lo que ella me decía.
Ese día, tome a mi perro, aquel gran perro sin raza, lo lleve conmigo y ambos estuvimos en la calle, solos.
Siempre creí que mi madre jamás creyó que me iba a ir. Años después lo corrobore.
Hubo un tiempo en el que quise volver, pero mi orgullo era más fuerte, así que no lo hice, estuve en la calle sin comida, sin techo, con mi perro, mi único compañero, hasta que en la vida me cruce a Mark, quien me quedo mirando mientras me encontraba sentado en una plaza con mi estómago tocando una sinfonía por la falta de alimentos. Al cruzarse nuestros ojos recuerdo que sonrió y me hizo una seña con la cabeza para que lo siguiera, y así lo hice, lo seguí porque no tenía nada, sabía que tenía que hacerlo, que quizás sea una oportunidad, y con el tiempo me confeso que al ver mis ojos supo que yo iba a ser importante.
"En este negocio, solo los mas fríos ganan"
Fueron sus primeras palabras cuando descubrió que lo seguía de atrás, aunque no comprendía a que se refería. Me hospedo en un pequeño cuarto de motel donde él estaba, dándome de comer y de beber, una cobija de cama en el suelo, la cual compartía con mi perro. Y cada día que estuve encerrado allí me repetía lo mismo mientras fumaba un cigarrillo, siempre contra la pequeña ventana, y me miraba de reojo a mí y a mi compañero.
Varias semanas después acepte lo que me estaba diciendo, lo que me estaba pidiendo, lo que me negaba desde lo más profundo de mí ser. Tarde casi un mes en comprender lo que trataba de decirme, después de ello, fueron varias semanas hasta que me decidí a cumplir aquel pedido silencioso.
Cuando me sentí preparado, sin derramar ninguna lagrima, sin pensarlo por más tiempo, tome aquellas palabras como un mantra. Ese día perdí a mi mejor amigo, mi fiel amigo. Mentiría si dijera que lo llore antes, mucho menos después, en realidad, nunca lo hice, aunque eso no quiere decir que no me sintiera mal, pero con el tiempo lo olvide, al fin de cuenta yo había matado a mi perro, ya ni su nombre digo, mucho menos recuerdo.
Ya no es algo que sea de importancia para mí, ese día fue el comienzo de una nueva vida, una que quería, una en la que las leyes las impusiera yo, y para lograrlo tenía que borrar cualquier cosa que me atara a mi antiguo yo.
Mi familia paso a ser solo sombras a las cuales saludaba y veía, aunque sus vidas nunca me fueron de real importancia, solo los sigo viendo porque si no fuera por ellos yo no sería lo que soy ahora. Son el recuerdo de lo que quiero ser, a su vez, de lo que no quiero volver a ser.
Fueron los mismos que me tiraron a la calle, aunque para ellos fueran por razones correctas.
No volví a ver a mi familia hasta que me posicione donde quería estar, lo cual no fue nada fácil escalar, tuve que conseguir la confianza de grandes peces, pisando cabezas, no confiando en nadie, pero dejando que ellos confiaran en mí.
Hice cosas de las que no me enorgullezco, pero ellas están olvidadas en mi memoria.
El primero con el que busque su confianza fue Mark, él me presento y recomendó a quienes tenía que seguir, luego sume a Bert, quien se encargaba de la parte contable de uno de los pequeños inútiles con aires de llegar a lo más alto. Me encargue de conseguir su confianza y lealtad, engañando a quien él servía y quedándome con lo suyo, con ayuda tanto de Bert como de Mark.
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Ni Orgullo, Ni Derecho - Frerard
FanfictionMichael, el hermano menor de Gerard lo convence de que debe conseguirse una mascota. Una noche va caminando por la calle, y recoge a un chico. muchos años menor y como condicion de que le permitiera quedarse, él debe actuar como si fuera eso, una ma...